Sin escapatoria [Fragmento 29]

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al armatoste se le veían las intenciones de querer ejecutar religiosamente así que saltó a agarrarle el cuello con la mano libre. Más de 150 kilos de psicopatía divina pueden ser rápidos pero a la vez torpes en prever movimientos de pecadores que la han liado más de una vez. Hund se aprovechó del peso y de la fuerza del grandullón para amarrarle a su favor: el perfecto escudo humano.

Previó a la perfección pues el delgaducho había perdido los nervios también y había disparado a cabeza. El grandullón le sirvió de escudo, le sacaba un par de cabezas. La bala se le incrustó en el costado derecho. Gimió de dolor. Arpón chasqueó la lengua y según se levantó del capó, Ascuas apagó el soplete, lo guardó en la funda de seguridad, se lo equipó de nuevo a la banda atravesada que llevaba y sacó su pistola con silenciador.

Se complicaba la situación pero no tanto como se había figurado Hund: ya tenía ventaja frente al juego italiano. El grandullón se retorcía bajo su llave de judo; cambió de posición, y empleó la fuerza del gigante contra él para rodar en el suelo. Noquearle el movimiento y servirse de su cuerpo como trinchera y parapeto humano contra los posibles disparos de su compañero.

Ascuas empezó a correr hacia Hund por el lado contrario del que fue Arpón. Era una mujer muy astuta; Arpón le entendió en cuestión de segundos. Pretendían rodearlo y ejecutarlo en pareja. Hund pensaba en llevarse a uno de ellos, hacer tiempo y huir. No era lugar seguro para luchar. Detrás de ellos ardía una de las casas seguras y pronto llegarían los cuerpos de policía y bomberos. Además, para huir, el transporte público es más lento, así que o bien cogía el coche de los italianos o corría como llevaba corriendo hasta ahora.

Hund forcejeaba con Sentenciador pero de pronto

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[Gade: mujer y lentitud]

<<jaja, no, ¿qué ha pasao? --- sígueme el rollo>>

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