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Mostrando entradas de octubre, 2021

Morir matando [Fragmento 31]

... ya se apreciaba el característico olor a lavanda. El único icono odorífero de la célula. Era un aroma característico que recordaba a la infancia. Pero no a cualquier tipo de infancia, sino a aquella que podía llegar a ser una memoria impactante con un dulce sabor amargo tras indagar más y más en el recuerdo. Era marca de la casa. Campos y campos de lavanda como un sueño hipnóticamente idílico. La locura de un edén inhabitable para mentes sanas. Un limbo enzarzado de mentiras, codicia y maldades humanas que lo llevaban a extremos sobrenaturales. — Bienvenido a casa, Hund —. Una voz solemne llenó el silencio que se creaba en aquel espacio de inquietud y desasosiego. — ¿A qué se debe tu...visita? —  Hund ya había percibido la compañía extra: unos cuantos agentes de la organización se mimetizaban entre los claroscuros del gran hall. Algunos se encontraban más cerca de lo que hubiese preferido. — Nadie vuelve al nido sin hacerlo explotar. La voz tras las sombras se dejó ver bajo el hal

Koi ♥

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Eres como koi en aguas tenues vives tú siempre cerca.       Soplos de aire fresco se agradecen cada vez que te veo, que nos complementemos avivando charcas estancadas disfrutando de nenúfares en flor limpiando playas o haciéndonos compañía sin gozos en nuestros respectivos pozos. Mil veces te lo agradezco. Hablar contigo es calma tras la tormenta, oírte reírte conmigo es lo que mejor me sienta. Otras veces nada es necesario decirnos. Los silencios se reinventan, ya no suenan incómodos si ambas los vivimos. Los punto y aparte adquieren otro significado es lo bello de sabernos escuchar: que nos entendemos, es lo bueno de sabernos cuidar: que así juntas seguiremos.   Eres como un soplo de aire fresco. Y eso no lo podré olvidar. Para lo que me necesites, llama hay un hueco entre nenúfares en mi charca.   [Poemtober 2021 - (C)alma]

Bajo La Atenta Mirada [Fragmento 30]

... vio por el rabillo del ojo a Arpón apretando el gatillo y a Ascuas asaltándole por detrás. Tardó unas milésimas de segundo en cambiar de 'escudo humano': tumbó a Ascuas, agarrándose a sus piernas, desequilibrándole. — Tsk. Figlio di puttana . Tan cobarde como cane con la coda tra le gambe . Usar a una dama de escudo. Hund, creí que serías hombr... — Arpón paró en secó y esquivó una de las balas, la otra le rozó la mejilla. Hund soltó al grandullón ipso facto e hizo sentarse delante de él a Ascuas que miró casi horrorizaba al cañón de Arpón, que lo desvió en el último segundo. Ascuas le pegó un codazo a Hund en el costado que lo hizo inclinarse hacia delante. Hund oyó el ruido del soplete y reaccionó tenso a bloquearle el brazo con el que lo portaba. Con la otra mano, la ejecutora sostenía un cuchillo, y le obligó, poniéndose sobre él, a que el cuchillo fuera directamente a la yugular. No había perdido de vista a Arpón que venía corriendo por detrás. Hund apretó los diente

Sin escapatoria [Fragmento 29]

... al armatoste se le veían las intenciones de querer ejecutar religiosamente así que saltó a agarrarle el cuello con la mano libre. Más de 150 kilos de psicopatía divina pueden ser rápidos pero a la vez torpes en prever movimientos de pecadores que la han liado más de una vez. Hund se aprovechó del peso y de la fuerza del grandullón para amarrarle a su favor: el perfecto escudo humano. Previó a la perfección pues el delgaducho había perdido los nervios también y había disparado a cabeza. El grandullón le sirvió de escudo, le sacaba un par de cabezas. La bala se le incrustó en el costado derecho. Gimió de dolor. Arpón chasqueó la lengua y según se levantó del capó, Ascuas apagó el soplete, lo guardó en la funda de seguridad, se lo equipó de nuevo a la banda atravesada que llevaba y sacó su pistola con silenciador. Se complicaba la situación pero no tanto como se había figurado Hund: ya tenía ventaja frente al juego italiano. El grandullón se retorcía bajo su llave de judo; cambió de p

A contrarreloj [Fragmento 28]

... apuntó a Hund tan despacio que parecía grabado a cámara lenta: un duelo al estilo Far West. El italiano sonrió a Hund cuando Ascuas encendió de nuevo su soplete, segundos después de retirarlo. El gorila había tensado el abrazo de la pistola, aunque su actitud era de lo más calmada posible. «Tres sabuesos: dos italianos y una rusa.» Tres modus operandi distintos. Tres tácticas de combate a intercalar en pleno apogeo de puños, balazos y acrobacias. Tenía esa mala costumbre de adelantarse a los acontecimientos. Una mala costumbre que le ha llevado a predecir futuros no tan lejanos al 98% de su totalidad, teniendo un mínimo margen de error y acertando 3 de cada 5 movimientos supuestos por cada enemigo combatido. Cuando la mente se acostumbraba a leer, nada más mirar a los ojos de la gente se podía intuir pensamientos, acciones, reacciones. «Todo se guarda en la oscuridad del alma», le solían decir de pequeño. Las pupilas no son traicioneras cuando ven luz o cuando la dejan de ver. Son

Dejarte en ascuas [Fragmento 27]

... querer salir cuanto antes de su casa, la suerte volvió a no estar de su lado. — Buongiorno, amico cane — un armario de más de dos metros, recio, con una complexión de gorila de discoteca esperaba al otro lado de la parte de atrás de la casa. Su compañero tiraba una moneda al aire, sentado sobre el capó del coche mientras mascaba chicle. Instintivamente Hund dio un paso hacia atrás, pero su educación mercenaria y disciplina profesional le hizo a su vez agradecer el encuentro. Cabeceó levemente a modo de reverencia, sin perder de vista el contacto ocular. Tres sabuesos contra uno. « Not fair. » Los italianos y seguramente Ascuas, una de las ejecutoras más conocidas en la célula. El olor a chamuscado tras él, le confirmó que así era. — Buongiorno anche a te, signora fiammeggiante — saludó el del capó amablemente, quitándose el sombrero ante la presencia de una sabueso. — ¿A qué se debe este encuentro tan...fortuito? — dijo mientras se acercaba adonde su compañero y agudizaba el to

Perdón por todo

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Siento que te he fallado de alguna manera que he dejado que los supuestos me puedan, por un momento me sentía en la mierda al darme cuenta de lo que había supuesto, pero no era;   es difícil de explicar pero me he sentido abatida he sentido en una imagen una despedida que no quería oír, que me negaba en microsegundos a asumir. Creo que he perdido por un momento los estribos y casi llego a mi fin. Ese dragón que vuela contigo que desde que está a tu lado, sabes que puedes contar conmigo, ese mensaje agradecido, la falta de contexto... me han hecho sufrir. Y ahora de verdad lo digo: tengo que hablar contigo. Disculparme, avergonzarme, saber que sigues, seguimos, sigo. Necesito eximirme sin exhibirme y al mismo tiempo decir que sí: desnudarme y destruirme, derrumbarme, deconstruirme, redimirme y morir. Perdona por pensar que no volverías a existir. Quiero que sigas siempre aquí. Y mientras los astros no llamen a tu puerta, no me despediré de ti. [Poemtober 2021 - Preocupaciones]

Bienvenido a casa [Fragmento 26]

... le fue inevitable pensar en todos los momentos buenos que vivió dentro de la célula. Correr siempre le recordaría a la primera prueba a la que tuvo que enfrentarse para entrar en la organización. La misma prueba que le posibilitó conocer al único amor de su vida que ya no seguía con él. En ese entonces corría hacia una nueva vida y ahora parecía que la muerte fuera quien le esperase al final de la meta. Esas palabras no parecía que le fueran a dejar tranquilo. «Bienvenido a casa, Hund». No era ella. Sólo otro fantasma que lo atormentaba. Por eso no le gustaba volver a casa. Nunca había un lugar como aquella casa en la que vivió sus mejores momentos de retirado. Pero «una vez entras, nunca sales», le recordaba esa vocecita que siempre aparece para arrojar luz o verdad a cualquier situación oscura. Y ahora no había vuelta atrás. No podía ni esperar a que viniesen a por él, ni retroceder a pedir explicaciones. Las ejecuciones maníacas se suelen hacer sin pensar. Su cabeza tenía un pre

Tercera opción [Fragmento 25]

... una sonrisa de media luna en la puerta. Alcanzó a leer en esos labios afilados y provocativos. «Bienvenido a casa, Hund». Salió de espaldas a la calle. Fuera había dejado de llover, y una tímida luna comenzaba a asomarse entre las nubes. La vorágine de acontecimientos lo tenían confundido. Venían todos los malos recuerdos a su memoria, como abejas a la miel. Uno a uno se iba encontrando a cada sabueso. Aparecían cuando menos se lo esperaba. El pavimento de la calle desprendía un olor a frescor pero no sólo por la lluvia, esa madrugada llegaría la sangre al río. Y no sería la suya. La tercera opción era ya un mantra vital. La noche más larga para una vida tan corta. La vida de sabueso. Se puso a correr hacia el lado contrario desde la casa y ... [David: vorágine y nubes] <<jaja, no, ¿qué ha  pasao ?  --- sígueme el rollo>>

Reflejo roto [Fragmento 24]

... desmanteló sus deseos de ponerse guapo para la foto. Es más, fue tal el miedo que inculcó en él, que lo dejó con los pelos de punta. «Qué demonios era eso...», pensó antes de ver ensartado el filo de un cuchillo de sierra de pan en su garganta. — Di pa-ta-ta — tronó una voz ronca mientras lo miraba a los ojos en el reflejo del espejo roto por el impacto de las balas. Quebrantahuesos soltaba gorgoritos indescifrables mientras de su cuello salía a borbotones sangre. Acto seguido, Hund retiró el cuchillo raudo. Y antes de que cayera de bruces contra el suelo del piso, le pintó una cruz invertida en la espalda del traje con la sangre que quedaba en el cuchillo. Le había despertado su lado más ejecutor. Se percató de ello y se asustó a sí mismo. Soltó el cuchillo al verse desfigurado en el espejo. Era como si el mismo Demonio le hubiese poseído por unos instantes. El modo de ejecutar se parecía al de Honey B, una sabueso que embadurnaba a sus víctimas con miel para que "tuvieran un

Tinc por

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¿Sabes que te tengo miedo? No debiera, pasó tanto tiempo... Pero te tengo miedo. Parece que nos vayamos conociendo pero no sabemos a qué ojos miramos cuando oímos voces que nos acunan hasta el amanercer.   Tengo miedo de que me pase esto una y otra vez, siempre el mismo procedimiento, siempre pasa cuando no lo queremos creer y sin embargo disfruto de lo que tenga que suceder es una perdición, es un sinvivir, es un no saber qué hacer. Tengo miedo de conocer de saber que imaginabas voces en cuerpos que no serán los que conoces y a la vez siento que no es mi culpa, pero no lo quiero ver. Tengo miedo de qué pueda pasar esta vez. me está volviendo a pasar, lo siento que pueda ser de verdad, no fake y sin embargo disfrutaré y cuando me pegue de bruces contra el suelo, caeré en la cuenta que el sino se repite, y para mi desgracia, no habrá nada que hacer.   Tengo miedo de otros miedos que se me enredan hasta el cuello que ahogan en los pensamientos que vuelven cuando menos quiero. Y están pre

Huesos rotos [Fragmento 23]

... y la lluvia de disparos comenzó su despliegue. Los del otro sabueso impactaron contra la puerta, él no disparó, se limitó a esquivar mientras agarraba por el tobillo a su contrincante y empleaba su fuerza contra sí mismo. Lo derribó y le movilizó con las piernas el cuello y el brazo con el arma. Le estrujó tanto el brazo que se lo luxó. Éste gritó de dolor, pero pego un cabezazo para atrás y se puso en pie de un salto. Hund se mimetizó de nuevo entre las sombras del piso. Debía jugar sus cartas: la ventaja era suya, era su territorio, la oscuridad envolvente, las falsas apariencias, el creer, pero no ser. Tenía que ganar tiempo con cada uno de sus contrincantes. Cada sabueso era muy distinto al anterior. Debía recordar cada historial, cada movimiento y elegir la táctica que mejor se acoplase al combate. A este sabueso lo llamaban Quebrantahuesos, era un agente con el pelo teñido de un color almíbar que siempre portaba su negruzca pistola a cualquier lado. Su apodo se lo había ganad

Sin perdón [Fragmento 22]

... pero no sirvió de nada. Sus últimas palabras no las pensó bien; sus sesos ya se habían esparcido por el suelo. El que le había ejecutado era un armatoste recio que empuñaba su pistola con decisión. — Nos vamos. El uno limpió su arma pues había disparado a quemarropa, y el otro hizo una llamada. Cuando descolgaron al otro lado del terminal lo único que dijo es « pardon ». Se había ajustado el chaleco antibalas lo más prieto posible para que no sólo le cubriera sino que también le sirviera de refuerzo para cerrar su herida. Estaba armado hasta en los lugares menos insospechables. La casa segura en la que se encontraba no estaba lejos de donde Jävul había ido a matarle. Debía ser precavido, ya no podía fallar más, menos con Jävul si seguía vivo. Debía concentrarse: ya no sólo iba su hermano a por él sino cualquiera de la célula. Estaba listo ya cuando de repente un balazo impactó contra la ventana de la cocina y le hizo reaccionar bruscamente detrás de la columna del salón. De la nada

Malas decisiones [Fragmento 21]

... sobraron las palabras. A unos kilómetros de allí dos almas insensatas estaban pasando una noche al límite entre narcotráfico y contrabando de armas. Ambos sujetos estaban a punto de testar la mercancía: mientras empaquetaban las últimas cantidades, a uno de los dos se le cayó un paquete que al estrellarse contra el suelo de cemento, dejó salir su contenido. Estaban pensando lo mismo, las ganas de fumarse un peta eran reales, querían saborear el campo, oler el orégano y viajar a mundos que ni el mismísimo diablo había visitado. Se rieron a la vez vacilando con hacer lo que realmente querían hacer mientras lo hacían poco a poco, sobreactuando sus movimientos. Agarraron el paquete y se lo pasaron como una patata caliente.  De pronto, una sombra detrás de uno de ellos hizo sobresaltarse al que lo vio de frente y emitió un sonido ahogado agudísimo que le hizo saltar para atrás. Su compañero reaccionó tarde cuando, al girarse, una mano enfundada en un guante de cuero, le embistió la ga

Entre luces de neón [Fragmento 20]

... el cartel de COCONIGHTS apareció sobre ellos tras unos kilómetros recorridos. El copiloto se sonrió. El próximo encargo se ejecutaría en el quilombo más famoso de la ciudad. Lo mismo te podías encontrar a grandes figuras del sector público como a curas o gente de a pie y mafias. El puticlub tenía una demanda especial por lo que la oferta era muy variada y cultural. Su hombre estaba en sesión. Y se dejaron de rodeos cuando la chica que hacía de secretaría tonteó con ellos para venderles el menú del día. Aunque fueron amables, no querían tardar tanto en librarse del encargo. Tenían otros planes para esa noche. — Un día de estos me pego un tiro. — Oooh, no me seas así. Te ha gustado y lo sabes. A él también le ha gustado. Encima era de estos que dicen «no me gusta tan fuerte, pero no pares». Miraron al hombre que se había quedado boquiabierto, con los ojos abiertos de par en par y un tiro por cada ojo. Sonrieron al unísono. Esa noche no sólo cobrarían por duplicado, sino que se darían

Madriguera [Fragmento 19]

... — Parabellum. — ¿Qué? — le espetó. — Nada. Alguien ya ha caído en la madriguera sin cazar al conejo —. Se lió el cigarro y lo encendió. Tras una larga calada se lo pasó. Se lo negó. — Ya volverás... Del mal vicio es difícil escapar. — Prefiero morir de un balazo — se cambió el mondadientes de aceituna al otro lado de la boca. — Sonaba a una explosión a unas pocas manzanas de aquí. Ya sabemos por dónde no ir... — O por dónde anda el conejo — exhaló el humo. — También. Pero prefiero no morir de su balazo. Que sea él quien pruebe el mío, me convence más. Se miraron por unos instantes en silencio. El fumador soltaba el humo pensando en lo que acababa de decir mientras asentía y negaba a la vez. Entonces apagó el cigarrillo en la suela de su zapato y lo tiró en una papelera cercana. Salieron del resguardado techo del portal en el que se encontraban para el coche. Llovía con ganas y se embutieron en sus gabardinas hasta llegar al auto. Atrás dejaban el precio que le había costado a u

Hunting Hund - Cazando al cazador [Fragmento 18]

... para su sorpresa no había nadie ahí. Su asombro era tal que se quedó con los ojos como platos.  No obstante, el goteo de la alcachofa de la ducha le recordó su cometido: había ido a cazar a Hund. Pero al no encontrarle allí le hacía preguntarse si algún algoritmo en sus cálculos se le había extraviado por el camino. Se dio la vuelta. Le caía una gota del pelo por la frente. Vio el agujero que su caída había provocado y entonces una sonrisa terrorífica se pintó en su cara. Ya lo entendía todo. — Hijo de p... La casa segura explotó en una estrepitosa nube con forma de hongo de fuego y humo cenizo. «¿Adónde iría si fuera Jävul?», se dijo Hund mientras corría calles y calles tras visitar al médico. «Si yo fuera él pensando como yo, ¿a qué casa me iría?». Negó con la cabeza. «Vuelve a casa, Jävul». Una de las pocas fortalezas que compartían, al ser hermanos de sangre: la ubicación de los refugios era común. Pero por decisión de Hund, dejó de rebelárselas por su propia seguridad. Hund v

Tras la cortina [Fragmento 17]

... el baño, oiría antes si Hund cruzaba de la habitación al pasillo, escaleras abajo que si escapaba del baño pues daban directamente a las escaleras. No cabía duda que estaba en casa: el rastro de sangre que había desde la entrada del mismo hasta la bañera parecía indicar que alguien había estado ahí. «Parece que alguien en vez de desangrarse esté en su período de menstruar», se mofó. El baño era lo suficientemente pequeño para que Hund se encontrase de frente con el cañón de su glock y le reventase los sesos. Enfocó su atención en la bañera. No había otro lugar donde un alma malherida pudiera esconderse. Y al ir a descorrer la cortina de la bañera ... [Natalia: menstruar y azulejos] <<jaja, no, ¿qué ha  pasao ?  --- sígueme el rollo>>

Encallado en la venganza [Fragmento 16]

... al pisar el último escalón, su pie se enterró por completo y tropezó cayendo de bruces contra el suelo. No tardó en darse cuenta de que se trataba de una “trampa” y comenzó a reírse a carcajadas. «¡Joder, sigues siendo igual de cutre en esto hijo de puta!», gritó. No le importó tener media pierna atrapada en una escalera llena de clavos, pues lo importante era que su mano seguía sujeta a su queridísima arma. No sentía dolor alguno, ni siquiera de lo magullada que saldría su pierna tras sacarla de aquel pozo de clavos. «Encima clavos, es que hay que ser simple.» Le recordaba a los tiempos de carpintería cutre en el pueblo en el que nacieron Jävul y Huten. «Que lloro...», se dijo para sí, amagando a enjugarse uno de los ojos con la mano libre; la otra la apoyaba sin soltar el arma para sacar la pierna. »Crrrrrrrrrrreuuucczzz«. Se le rasgó la tela del pantalón y Jävul masculló un taco. Inspeccionó el cuadro que le habían pintado los clavos sobre su pierna: «aceptable». Cuanto más se c

Liten Hund [Fragmento 15]

... — 🎝 ♪ Liten Hund, Liten Hund , dónde te metiste que contigo jugar yo quiero, Liten Hund, Liten Hund . ♪ 🎝 No había ni una sola luz dada en aquel lugar. Jävul agarraba con decisión la glock; le solían llamar Nattögon u 'ojos de noche' en sueco, porque era sobrehumana la calidad con la que podía distinguir los objetos habiendo poca luz en un lugar o incluso al caer el día. No necesitaba casi las gafas nocturnas o de detección de calor corporal, Jävul sentía dónde había un corazón palpitante y dónde un cadáver. Seguía cantando mientras inspeccionaba cauto cada rincón de la casa por si, en un movimiento en falso, arrancaba su hermano a atacarle, preso del miedo y las ansias de seguir existiendo. Fue hacia lo que podía ser considerado la sala de estar, y tras comprobar que efectivamente, su hermano no se encontraba en el piso de abajo, sus ojos se centraron en la roñosa escalera que daba al piso de arriba.  Era una casa de protección sin jardín para evitar posibles asaltos,

Como dos gotas de agua [Fragmento 14]

... Cambió su trayectoria y se fue directo hacia un área suburbial, deprimida, que años atrás fue la morada de su abuela e infancia. Volver a los orígenes. En casa, como en ningún sitio: la mejor fortaleza, estar bajo techo amigo. Pero tanto su presa como él sabían que las vigas podían romperse y caérsete el techo que supuestamente te cubría. No te puedes fiar ni de tu sombra. Pero su presa probó a salir de la célula, a dar un voto de confianza al mundo irreal, y el resto de sabuesos le tendrían que recordar cómo es la vida real. Una vez entras, el pasado te persigue si intentas salir. Realmente se percató de que estaba corriendo como un lobo ansioso por cenarse a un ciervo con la pata magullada. Sentía sangre en sus venas cuando por fin alcanzó a leer los letreros que indicaban la llegada al lugar. No se oía ni un alma, mas persistía la lluvia en ser la única banda sonora para ese anochecer sucio, sombrío y frío. Un par de vagabundos tiritaban acurrucados sobre colchones de gomaespuma

Incidentes pasados [Fragmento 13]

... pisó un charco de agua que le empapó la pantorrilla, pero no le importó. Cuando se va de caza, da igual que nieve, haga tormenta de mil diablos o sople un vendaval de órdago a la grande, el objetivo es alcanzar a la presa antes de que te alcancen a ti. Se sonrió. En lo que pudo llamar familia de acogida en su juventud, había un dicho algo confuso que era »si el gato entró sigilosamente al bolso, el logro estaba asegurado«. El demonio entró sigilosamente en él, y para cuando su familia, que le dio refugio por un tiempo, se dio cuenta, Jävul estaba sonriendo como maníaco sobre el capó del coche policial. Fue un caso muy sonado. Tras pasar largos años en una prisión para menores, reformatorio de dudosos métodos de corrección de conducta, la célula lo liberó. Una nueva oportunidad para hacer del Demonio, un arma de matar al servicio secreto del Estado. Pero en la célula ya despertó algún que otro pavor por aparte de sus compañeros. Los primeros años se funcionaba en equipos de dos pero

Encarnando al demonio [Fragmento 12]

... se encaminó hacia uno de los refugios secretos que sólo él conocía; cada sabueso tiene dos o tres lugares seguros que sólo ellos conocen, equipados con armas, reservas de comida como búnkeres. Se limpió el polvo de la chaqueta. El calambrazo que le había dado el otro sabueso con la porra le había dejado la mano casi esclerótica e incapacitada. El otro sabueso había ido tras la presa como le prometió. Raro le pareció que no le ejecutara allí mismo. Chasqueó la lengua y se rio para sí. El juego acababa de empezar, y le concedía una ventaja innecesaria. Se lo pasaría bien. Hacía tiempo que no sentía tanta emoción por un encargo. — »Es hora de bailar, gente celestial.« — Palpó su glock y comprobó que estaba lista. El veterano sabueso, alias Jävul, tenía su característico sello de identidad a la hora de matar a sangre fría como buen diablo sueco. Pero cuando el encargo era 'divertido' le gustaba jugar con sus presas. Su espíritu sádico lo hacía deleitarse cuando destripaba a sus

Calma en el corazón [Fragmento 11]

... le encontró un chip que le inducía con el 5G a la sumisión corporal y mental al sabueso cuyo chip se estuviera controlando. Irónicamente, el médico le debía la vida a su paciente y decidió extirpárselo también aprovechando los últimos instantes de viaje en el que se encontraba. Guardó el chip en el bolsillo de su bata, más adelante sacaría sus conclusiones sobre el alcance que aquella micropartícula tenía sobre la conciencia humana y la poca ética que hundía a la célula en una organización más corrupta que el propio gobierno. El paciente parecía dar ya señales de vida y consciencia de su propio cuerpo, y el médico se apresuró a cortar el hilo y asegurar la próxima cicatrización de los puntos. — Cada 8 horas tómate una de éstas — le entregó un bote de pastillas que parecían gominolas infantiles. — Descuida, no te harán sufrir tanto viaje como las anteriores. Son reforzadores para los puntos de tu pecho, con iniciativos activos para calmar el dolor muscular. Si ves que el dolor no

Sin retorno [Fragmento 10]

... mal cambio de marchas. Se adentró entre las homogéneas calles del Bloque Púrpura en busca del único médico al que le podría volver a confiar su vida en un momento tan crítico como aquél. Dio unos cuantos traspiés hasta que por fin encontró el sucio callejón donde sabría que podría encontrarlo. Tamborileó la puerta arrítmicamente, como si de un código morse se tratase. Y no tardó la puerta en descubrir, tras la penumbra, a un señor de poca estatura que lo contemplaba con cierta distancia tras unos humildes quevedos. Hizo un análisis de contenido, calculando la gravedad de la herida sin dejarle todavía entrar. Sopesó la urgencia observando la demacrada cara del sabueso. — Malos tiempos para que te partan la cara... — . Miró su reloj de muñeca y chasqueó la lengua. — Creo que puedo hacer horas extra. Cabeceó y le dejó entrar. Le indicó que se sentase sobre la silla de operaciones que había en el pequeño salón, al fondo de la casa. Había muy pocas luces encendidas, por no decir un flex

Esquinazo a la Muerte [Fragmento 9]

... un extraño que lo miró de reojo y se quejó. Pero no había tiempo de pedir perdón, corría en juego su vida. Ya no distinguía si el dolor que sentía era por el balazo o porque le iba a dar un infarto cuando menos se lo esperase. No obstante, siguió corriendo unas manzanas más adelante, doblando más esquinas y recorriendo calles y calles hasta cerciorarse que no estaba por ninguna avenida grande. No sabía si había pasado el tiempo necesario para dar esquinazo a un fumador ocasional y sus ansias de recompensa o si necesitaba esquivar a la Muerte un poco más. Lo que sí que sabía es que tenía que encontrar a un médico de confianza antes de que cualquier sabueso le encontrase a él. Si tenía que elegir cómo morir prefería morir a su manera que de la mano de un infausto sabueso, como cualquiera de los de la célula. Un cigarrillo se fumaba en tres o cuatro caladas, pero apretar el gatillo era cuestión de un dedo. Definitivamente tenía que recordar en qué cuchitril vivía aquel médico que otra

Golpe de suerte [Fragmento 8]

... esa sonrisa sádica se tornó en cuestión de segundos en una expresión de dolor y desesperación que le dejó perplejo. El grito silencioso más sentido que había presenciado en años. Se le derrumbó de bruces frente a él para dejar paso a aquello que había creado la sinergia perfecta entre sus ganas de no poner punto y final a su vida y las de su salvador por dejar que viva. — » Cuando teníamos todas las respuestas nos cambiaron las preguntas«. No dijo nada, pero su cara lo decía todo « ¿¿TÚ?? ». Otro sabueso. Esto era surrealista. —No me la debas porque no lo hago por ti. Tu cabeza tiene un valor incalculable, y este sinvergüenza no merece la recompensa. Pero no me cae del todo mal. Por verte muerto, prefiero que sea mérito mío. Hizo un gesto de confuso agradecimiento pues parecía ser la tercera opción y no sabía por dónde se iba a desarrollar aquello. Era consciente de que empuñaba todavía la botella de vidrio tras de sí, como último recurso una a malas. Pero el nuevo sabueso tenía u

A bocajarro [Fragmento 7]

... le asestó un puñetazo en la mandíbula y cayó de espaldas. Escupió un poco de sangre pero su sabor metálico no era lo que más le podría disgustar. Había cometido un gran error: se le había olvidado hasta ese momento que lo que estaba viviendo era un déjà vu , pero ahora lo vivía con un malasangre. Mientras se limpiaba la boca, miró a su alrededor buscando un objeto con el que pillarle por sorpresa, golpearle en la cabeza y escapar. Le oía fanfarronear y regodearse de su lamentable situación. — » En la soledad de aquel momento, sólo se escuchaba el canto del ruiseñor...« — encontró una botella de cerveza cerca, e intentó arrastrarse un poco más, «sólo un último esfuerzo » , se decía. Sólo pensaba en escapar de allí. Había perdido la noción del tiempo y su mente dejó de calcular las distancias entre él y su contrincante. Lo que importaba ahora era ganar ventaja poniendo al otro al mismo nivel. Le oía declamar más versos, pero no le prestaba atención. Era un sabueso sádico pues le gus

Preso en una calavera [Fragmento 6]

... se topó de frente con alguien que no esperaba volver a ver nunca. «Es imposible», pensó. Y sin embargo, delante de sus propios ojos se encontraba la prueba de que los fantasmas pueden salir de entre los muertos y volver a la vida. — »...Y como una fina lluvia, penetró por mis poros y se mezcló con mi sangre...« Sus ojos no daban crédito a lo que veían: ahí estaba, herido de bala a las puertas del infierno y el propio Lucifer esperándolo. La tercera opción le seguía pareciendo la mejor aún no sabiendo cómo iba a salir de ahí con vida. Entrecerró los ojos para intentar concentrarse en su nuevo contrincante. No podía mostrar más debilidad de la que ya aparentaba. Pero sabía que cualquier paso en falso sería su fin. Así pues, barajando todas las posibilidades de salir de ahí, se encontró con que la suerte no estaba de su lado y el sujeto que le recitaba el mantra se percató.   — »... para acabar de ahogarme« — sentenció con una sonrisa puntiaguda.   — ¿Sabes qué es lo mejor de reenca