Como dos gotas de agua [Fragmento 14]
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Cambió su trayectoria y se fue directo hacia un área suburbial, deprimida, que años atrás fue la morada de su abuela e infancia. Volver a los orígenes. En casa, como en ningún sitio: la mejor fortaleza, estar bajo techo amigo. Pero tanto su presa como él sabían que las vigas podían romperse y caérsete el techo que supuestamente te cubría.
No te puedes fiar ni de tu sombra. Pero su presa probó a salir de la célula, a dar un voto de confianza al mundo irreal, y el resto de sabuesos le tendrían que recordar cómo es la vida real. Una vez entras, el pasado te persigue si intentas salir.
Realmente se percató de que estaba corriendo como un lobo ansioso por cenarse a un ciervo con la pata magullada. Sentía sangre en sus venas cuando por fin alcanzó a leer los letreros que indicaban la llegada al lugar.
No se oía ni un alma, mas persistía la lluvia en ser la única banda sonora para ese anochecer sucio, sombrío y frío. Un par de vagabundos tiritaban acurrucados sobre colchones de gomaespuma. Uno se calentaba las manos en un contenedor donde ardía una pequeña llama que prometía apagarse, mientras el otro ponía la tapa de uno de los contenedores sobre éste para evitarlo.
Se sentía benevolente y decidió ayudarles a acabar con su sufrimiento disparándoles a ambos en el pecho sin previo aviso. Dos balas menos en el cargador haría la cacería más interesante. Se acercó a los cadáveres y les musitó con una voz de niño angelical:
—No hace falta que me lo agradezcáis. Tomadlo como un regalo antes de Año Nuevo...—. Y dicho esto fue hacia la casa protegida.
Sabía a cuál ir, olía el rastro del miedo a kilómetros. Sabía que estaría ahí. Porque cuando se tiene un hermano gemelo, sabes dónde encontrarlo. Empezó a silbar una famosa nana sueca que les cantaban de pequeños según abría el pomo de la puerta principal. Dedo en gatillo, le empezó a llamar cariñosamente por su nombre real: