Madriguera [Fragmento 19]
...
—Parabellum.
—¿Qué?— le espetó.
—Nada. Alguien ya ha caído en la madriguera sin cazar al conejo—. Se lió el cigarro y lo encendió. Tras una larga calada se lo pasó. Se lo negó. —Ya volverás... Del mal vicio es difícil escapar.
—Prefiero morir de un balazo— se cambió el mondadientes de aceituna al otro lado de la boca. —Sonaba a una explosión a unas pocas manzanas de aquí. Ya sabemos por dónde no ir...
—O por dónde anda el conejo— exhaló el humo.
—También. Pero prefiero no morir de su balazo. Que sea él quien pruebe el mío, me convence más.
Se miraron por unos instantes en silencio. El fumador soltaba el humo pensando en lo que acababa de decir mientras asentía y negaba a la vez. Entonces apagó el cigarrillo en la suela de su zapato y lo tiró en una papelera cercana. Salieron del resguardado techo del portal en el que se encontraban para el coche. Llovía con ganas y se embutieron en sus gabardinas hasta llegar al auto.
Atrás dejaban el precio que le había costado a un canalla hablar más de la cuenta.
—Una pena...
—¿El qué?— exhaló el humo.
—El Lenguas... No paraba de pedir misericordia y mierdas a su diosito y que si le dábamos otra oportunidad y... Uff. Lo mejor ha sido cuando le has callado con esa manera tan... —el copiloto le sobó el brazo hasta dejar su mano sobre el muslo del que conducía— tuya de silenciar a los charlatanes.
—Serás el siguiente como sigas así.
—... esa manera de rasgarle la garganta, insss, cortar la lengua...— se revolvía en el asiento sin quitar la mano del muslo de su compañero— y atravesarle con el puñal —su mano se movió a la entrepierna de su compañero y culminó en estrujarle el sexo— la tráquea junto con la lengua arrancada.
Pegó un volantazo y volvió el coche a su carril.
—Que te den por culo, immondizia. —Le ladró hundiendo su codo sobre el envés de la mano del otro bruscamente, y así provocar su retirada.
—¿Como me diste anoche?
El piloto frenó en seco y sacó su pistola al mismo tiempo que su compañero y se apuntaorn mutuamente a la cabeza. Tras unos largos momentos de silencio, el copiloto se sonrió mientras se llevaba la mano izquierda a la boca y tonteaba mordiéndose el dedo de forma juguetona.
—...Uff. Me pusiste tan cachondo que creí que me corría allí mismo. Ejecuciones artísticas así ya se ven pocas.— Miró por la ventana mientras su compañero arrancaba de nuevo el coche.
El ambiente se relajó un poco.
—¿Te ha gustado?
El otro ni le miró pisó el acelerador y
...