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Mostrando entradas de enero, 2019

Cielo Roto

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Clamo al cielo que deje de llover dentro, que me ahogo sin saber bien por qué, que hay grietas por las que entra agua, que desconozco por qué me asfixio. Ahogo un sueño por querer seguir aflote. Me aferro al suelo, por querer que mi energía se agote. Se abre el cielo y no para de llover. No fue un día bueno; mis iris vieron nubes y tormento, quise desaparecer. Cuidé de mis adentros, pero no hacían más que romper papeles que o bien se mojaban en los charcos, o bien por el tiempo se dejaban carcomer. Las perlas lloraban confusas por los desagües. Sumergía el cuerpo rogando que el daño parase, e incluso, construí arrecifes por guardar los secretos que me contaste. Quise dejar escapar el último hálito de aire, y flotar en las profundidades. Quise arañar el techo por ver luz antes de marcharme, pero inhalaron mis dudas, y las costras salaron mi sangre. Me confesé que me quería, pero mi declaración no tuvo respuesta, me dejé en ascuas, en leído, en tres puntos suspens

Un caramelo sabor generosidad

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Ana Tijoux dice que en ti se puede ver alguien como yo, y yo también lo creo así. Yo también creo en ti cuando quieres alcanzar las estrellas sin cohete a propulsión, sólo con tu único próposito: resistir. Creo en ti cuando te dices que igual hoy ha sido un buen día y que puede continuar mejor, si te lo propones, porque son los "poco a poco" los que hacen de tu interior latir. Nunca has estado sola, lo sabes bien, aunque te cuesta creer, nunca lo vas a estar, estaremos aquí para reír y para llorar, para existir y protestar. Además siempre es de agradecer tenerte aquí: esto va dedicado a un caramelo sabor generosidad indudablemente me refiero a alguien cándido, como el mejor abrazo, exclusivo, como un regalo bonito, peculiar, como tú, siempre tan natural y familiar. Creo en ti cuando quieres en ti plasmar, como en el mejor lienzo, poro a poro, tu vida. El soplo de lo que se iba y que quieres recordar: un recuerdo que florecerá con el tiempo, ya verás, y c

Polenta de los magos de la porquería. [Sonetos a la mierda que echas al mar]

[ Doble soneto a la despreocupada acción humana de contaminar el mar]   Soneto 1: Pimpollo de desolación marina Cartuja hundida en escalones no frena, metodología: quintaesencia, Muerte te dedica una reverencia, Basura aguada en cuarentena. Y una desvergonzada sale ajena ¡Asesina, lo dice la ciencia el mar pierde su brisa y paciencia Mano humana que tira, ¡y qué pena! Y de lágrimas piensan humedecer, y en esa cuchilla a ellos ve perecer, a ese yunque de certidumbres vivas. Altruismo canónigo: no nacer, las certidumbres heridas ves cocer Perderán virtud; llorarán vivas. Soneto 2: Apabullante lamparón de mugre Muertos y plásticos a la deriva flotarán: piedra, papel y tijera jugarán a la fuerza; ¡qué vida les diera! Somos su martirio que no se iba, y yo soy la bomba más explosiva. “Yo contamino”; ¡y quién pereciera! Atropello a la fauna, muere a mi vera. Desolación = raza humana altiva. Y en sus vientres les hicieron tra

CÓDICES PISADOS

[...] Ese atardecer se acostaba frío. Se notaba en la escarcha acumulada en los cristales de las tabernas y sobre los pocos focos que estaban encendidos. En las calles de los mercados ya se había vendido hasta el último puerro: la noche tendría un regustillo amargo y eso se notaba. Era tiempo de fiesta, pero no había ninguna melodía de gran movimiento ni rock&roll, ni folclore ni vainas, pues el festejo no era de confeti ni de celebración. Se trataba del día de la ejecución de un traidor a la Corona, a la Corona de Zha, una de las más importantes del Reinado de la faz de esta tierra. Por los suburbios no se oía ni un alma, aunque sí que había en el aire un olor a la mejor droga callejera, y a tabaco que se mudaba de esquina en esquina con cada ráfaga. Un monje descalzo (con una joroba, que ni El Majestuoso Camello de las Arenas Movedizas de Zhännd, por donde el cultivo es hidropónico y los frutos secos son los más salados), a modo de mantra recitaba una plegaria entre