Bajo La Atenta Mirada [Fragmento 30]

...

vio por el rabillo del ojo a Arpón apretando el gatillo y a Ascuas asaltándole por detrás. Tardó unas milésimas de segundo en cambiar de 'escudo humano': tumbó a Ascuas, agarrándose a sus piernas, desequilibrándole.

Tsk. Figlio di puttana. Tan cobarde como cane con la coda tra le gambe. Usar a una dama de escudo. Hund, creí que serías hombr... Arpón paró en secó y esquivó una de las balas, la otra le rozó la mejilla.

Hund soltó al grandullón ipso facto e hizo sentarse delante de él a Ascuas que miró casi horrorizaba al cañón de Arpón, que lo desvió en el último segundo. Ascuas le pegó un codazo a Hund en el costado que lo hizo inclinarse hacia delante. Hund oyó el ruido del soplete y reaccionó tenso a bloquearle el brazo con el que lo portaba. Con la otra mano, la ejecutora sostenía un cuchillo, y le obligó, poniéndose sobre él, a que el cuchillo fuera directamente a la yugular.

No había perdido de vista a Arpón que venía corriendo por detrás. Hund apretó los dientes y tras ceder un poco a la insistencia de Ascuas por ensertarlo como un pincho moruno, juntó las suficientes fuerzas como para empujarla para atrás. Le disparó después en ambas clavículas, pues era ambidiestra, y había que asegurarse de inhabilitar uno a uno, a los oponentes.

Arpón apareció en primer plano pero Hund ya lo había calado desde el minuto cero. En su mano libre había cogido un puñado de gravilla que se lo lanzó directamente a los ojos. Y aprovechando su retroceso, sacó de su bolsillo gas pimienta ultrapicante y le roció los ojos. 

Arpón chillaba de dolor. El grandullón se retorcía en el suelo a unos metros de la sabueso. Ascuas lo miró con odio pues todavía hacía esfuerzos por levantarse.

Hund ni se molestó en acercarse. Le miró condescendiente pero distante. En sus ojos se leía »cortesía profesional no ejecutarte aquí y ahora«. No todo eran cadáveres en la vida de Hund.

«Tres heridos: dos italianos y una rusa.» Debió ejecutarlos en su momento. Pero era crucial ganar tiempo hasta llegar a campo de batalla conocido; pues en plena vía pública había más vidas en juego que la de un par de sabuesos.

Pasando por delante de un after vio a un montón de gente disfrazada como si fuera carnaval: cada cual más extravagante que el anterior. Atravesó esa marabunta de personas y oyó a una decir uwu pero no entendió a qué se refería. «Focus.» Siguió corriendo sin mirar atrás. Se palpó el pecho, tantos movimientos bruscos se los cobraría su cuerpo más adelante. «Tengo un límite. Pero hoy no terminaría con él.»

Parecía una carrera sin fin pero pronto alcanzaría su meta: llegar a la casa madre. Tenía que poner fin a su propia persecución enfrentándose al creador de su pecado. Cerraría El Ojo que le observa de una vez por todas. Y no le importaría si con un tiro en la pupila o acabando con su luz de un balazo en el pecho.

Pero El Ojo que todo lo mira ya lo estaba observando a él. Sentía que por cada barrio que pasaba, los oía cuchichear, arrastrarse como serpientes. Como depredadores viendo a una liebre saltar. La caza del zorro había empezado ya, pero que fuera toda la célula a herirle no le suponía nada nuevo. Porque no puedes dañar lo que ya está muerto.

Hund volvió a comprobar, pistola en mano, que su primera opción estaba cargada, y a las puertas de El Hogar

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[Karlos: uwu y inmunidades]

<<jaja, no, ¿qué ha pasao? --- sígueme el rollo>>

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