Morir matando [Fragmento 31]

...

ya se apreciaba el característico olor a lavanda. El único icono odorífero de la célula. Era un aroma característico que recordaba a la infancia. Pero no a cualquier tipo de infancia, sino a aquella que podía llegar a ser una memoria impactante con un dulce sabor amargo tras indagar más y más en el recuerdo. Era marca de la casa. Campos y campos de lavanda como un sueño hipnóticamente idílico. La locura de un edén inhabitable para mentes sanas. Un limbo enzarzado de mentiras, codicia y maldades humanas que lo llevaban a extremos sobrenaturales.

Bienvenido a casa, Hund—. Una voz solemne llenó el silencio que se creaba en aquel espacio de inquietud y desasosiego. ¿A qué se debe tu...visita?—  Hund ya había percibido la compañía extra: unos cuantos agentes de la organización se mimetizaban entre los claroscuros del gran hall. Algunos se encontraban más cerca de lo que hubiese preferido.

Nadie vuelve al nido sin hacerlo explotar.

La voz tras las sombras se dejó ver bajo el halo de luz lunar que atravesaba una de las cristaleras del techo. Una bella mujer de facciones afiladas, mirada distante y fría como el hielo analizada a Hund desde lo alto de los escalones que daban al piso de arriba. Sonrió. Negó la cabeza y la primera pistola tras la nuca de Hund se oyó. Un ruido metálico. Hund ni se movió.

La Emperatriz de Acero era quien tenía la última palabra: nadie desobedecía sus órdenes. Se la reconocía la serenidad con la que podía mandar a ejecutar a alguien o mantener la calma en una situación de gran tensión.

—¿Recuerdas, Hund, cuando llegaste a nacer entre mis brazos y juraste rendición plena?

Juré bajo condición de eximir mis pecados frente a la atenta mirada de El Ojo... Y se me concedió inmunidad tras años de servicio y vigilancia de La Ciudad que No Duerme.

Hiciste un pacto y juraste:---

»Que la luz malva de la lavanda acariciaba mis pensamientos cuando arrojé mi pasado, mi vida y reencarné en otro ser nuevo. Debo mi vida a quienes me vieron con otros ojos y no a quienes simplemente me miran...«.

Hund recordaba el juramento como mantra de quien va a ser ejecutado y juzgado con palabras en su contra. Había caído en una trampa que previó el mismo día en el que le concedieron la retirada para vivir con su mujer fuera de la célula. 

Tomaste una decisión, Hund, aún sabiendo que las acciones crean consecuencias. El mundo es cruel ahí fuera, Hund. Provocaste que se abriera, ¿no lo entiendes

¿A cuánto?

Una herida de este calibre asciende al billón, Hund, por tu cabeza. Es una jubilación asegurada que ningún sabueso se podría permitir muriendo por la célula. Es una recompensa tan golosa que atrae a cualquier moscardón.

Hund la miró desafiante y al ir a dar un paso, todas las armas desenfundaron a la vez. «En el punto de mira, el Anticristo expira.» Hund sonrió de vuelta.

Saldré de ésta. Las miradas inquietas hacen temblar los pulsos sin determinación.

Pareció molesta porque ambos sabían que no tenía el control total de la situación y antes de perder los nervios sentenció: «den plåga som inte utrotas...».

—...dör genom att döda respondió Hund segundos antes de sacar afuera su verdadero yo.

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¿Continuará?

[Patsy: lavanda y pensamientos
Participación especial: lavanda, serenidad y aroma]

<<jaja, no, ¿qué ha pasao? --- ¿Cómo empezó todo esto?>>

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