Bienvenido a casa [Fragmento 26]

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le fue inevitable pensar en todos los momentos buenos que vivió dentro de la célula. Correr siempre le recordaría a la primera prueba a la que tuvo que enfrentarse para entrar en la organización. La misma prueba que le posibilitó conocer al único amor de su vida que ya no seguía con él. En ese entonces corría hacia una nueva vida y ahora parecía que la muerte fuera quien le esperase al final de la meta.

Esas palabras no parecía que le fueran a dejar tranquilo. «Bienvenido a casa, Hund». No era ella. Sólo otro fantasma que lo atormentaba. Por eso no le gustaba volver a casa. Nunca había un lugar como aquella casa en la que vivió sus mejores momentos de retirado. Pero «una vez entras, nunca sales», le recordaba esa vocecita que siempre aparece para arrojar luz o verdad a cualquier situación oscura. Y ahora no había vuelta atrás. No podía ni esperar a que viniesen a por él, ni retroceder a pedir explicaciones.

Las ejecuciones maníacas se suelen hacer sin pensar. Su cabeza tenía un precio. Y que estuviera vivo por mucho más tiempo suponía para cualquier un peligro en potencia que debían extinguir. Su nombre se había ganado mil leyendas y apodos varios durante su tiempo de servicio más activo. Pero en una misión tuvo la mala suerte o la bendición de conocer a quien sería su aliado y su debilidad: su difunta esposa.

No quedaban casi vestigios de lo que Hund y ella pudieron conseguir tras pagar un gran coste por 'salir de la célula'. Pero poco importaba ahora lo que se pudo conseguir en su día si la empatía no se encontraba en las envidias.

Hund rechazó pensar más allá. «Pagarían por pecadores aquellas almas que invocaron al Demonio sin saber a la puerta de quién llamaban», solía decir uno de los sabuesos italianos de la célula. Un religioso paranoico que ejecutaba en nombre de El de Arriba sin comendarse a nadie más.

Pero esta vez no habían llamado al Diablo. Habían ido a su casa a esperarle con una copita de Bourbón en la mano. De ahí que todos estuviesen esperando a encontrarse de frente con el mismísimo Lucifer. Y por no hacerles esperar, Hund apretó el paso y por

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[Sor Nerea: empatía y regreso]

<<jaja, no, ¿qué ha pasao? --- sígueme el rollo>>

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