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Mostrando entradas de septiembre, 2018

D-FI (cción)

A pesar de la inmensidad de características a las que me quiero enfrentar con esta breve reflexión, casi crítica, pero que tiende más a lo objetivo-descriptivo, es de gran interés con su toque, claramente, 'mágico' que presenta. El tema que expondré a continuación versa sobre los sistemas mágicos de los mundos fantásticos. La verdad es que hasta ahora no me los había ni puesto en cuestión, pero analizar un sólo modelo mágico, y que a partir de éste se quiera dar una visión de sus pros y sus contras, sería caer en la generalización, y tampoco quiero caer en ese error. Pero entonces, se preguntará, ¿qué sistema mágico de un mundo fantástico elegir? Y ésa es otra: ¿qué mundo fantástico seleccionar? ¿Quizás los de magia y brujería, con su propio ambiente cargado de pociones, latinajos que suenan a lenguaje extraterrestre, que sólo los entendidos manejan y que invocan con hechizos y juramentos a seres y bestias de otros mundos, o engatusan a reptiles viperinos? ¿Los mismos

Sigo aquí.

Ahora que no me oyen. Ahora que están calladas y los micrófonos están cerrados, y las luces apagadas. Ahora, (ahora, ahora) puedo ser normal, creo (creo). No sé. Sí, (sí, sí). Puedo decirle a Clara que me encanta su dibujo, que es un lujo ese don que tiene Ramírez de saber cómo escribir y que Lucas es un crack en baloncesto, sin problemas (más, más). Sin que me interrumpan. Sin tartamudeos. Ahora que no me oyen, que no me ven, que no quiero que hablen. Ahora, (ahora, ahora) es el momento. Es el momento. Acercarme a Paula que está tranquilamente leyendo un libro que no alcanzo a leer, claro. Soy miope; pero ella tiene una vista de lince porque siempre que me acerco me ve. Pero ahora está muy concentrada en leer. Parece una mosquita muerta, pero es muy perspicaz, altiva, ágil en las palabras. Incluso diría que tiene la lengua viperina. Pero si la pillas de buenas, te trata bien. Acercarme, (acercarme). Debería acercarme, sí (sí, sí.) Pero si no me oye y me presento sin avisar, me o

Pasó.

«Panta rei» decían. Como si todo fluyera y no volviera de nuevo. Pero los acontecimientos y sus consecuencias son parte del mismo juego: la resaca del mar, una ola que siempre vuelve al puerto. Una y otra vez, y se estrella contra las rocas del acantilado para hacerte ver que lo bueno ya pasó y ahora se compensa con lo malo. Pero no elegí este camino por placer: es el sino que se me fue entregado. Cae la oscuridad sobre el campanario. Una torre que en la vigilia del trasnochador ilumina sonoramente la noche, sobresale de entre el nublado paisaje gris violáceo. Cada campanada acompañada del pitido de oídos que no me deja dormir. Aunque yo ya no vivo en mí; lo sabe el porvenir, lo saben las ojeras que se aventuran conmigo a cualquier devenir, lo sabe la marca de culpable y el testigo que siempre alguno dejo vivo cuando otro ha de sufrir. Siempre hay más trabajo cuando cae el sol y la hipocresía se esconde. Las sombras se moldean y la maldad la dan forma los gatos pardos que llen