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Mostrando entradas de diciembre, 2019

Cuestión de décadas

Son esas luces... Lo gélido me cubre, Diciembre mío.

Limítrofe

Esto no es un adiós, es un hasta siempre, me dijo mientras se ponía el antifaz y marchaba entre la tormenta.

Vigilia, otra Odisea...

Me ha visto amanecer la noche, y no sabía qué excusa ponerle. Me he sentido indispuesta y aun así he dado la vida por ella. He colgado las ojeras de mis grises que siempre piensan: ¿qué se duerme cuando ya no quedan Zzzetas ? Y he vuelto a darle cuerda a esta cabeza que a falta de horas con lo onírico, aprovecha a apaciguar lloros que puedan calmar mareas. Me has visto permanecer recta, no sé si a pie llego antes a la meta, pero sé que avanzo progresivamente, cada poco más contenta. Me has contagiado las faltas y las mechas, y ahora me toca a mí defenderlas. Aquí se iergue la sonambulista de las velas, porque cuando suena el vilo en vinilo, ya sabes que es ella.

Elfo Garabatos, mucho gusto

                                                                      2-9 del Dicotomimbre de 2.000.019 A falta de duende, un elfo se las apaña para seguir adelante con su cometido. Un tardelunio como hoy me voy al monte de los desastres, rebusco entre los árboles más asequibles y tomo prestado las grandes hojas de papiro para preparar mi trabajo. No era mucho, pero me las apañaría tan bien como aquellos duendes ingenieros e inventores de ideas más mecánicas, con esas herramientas tan infinitamente prodigiosas como fantásticas que a disposición de la ciudadanía mágica estaban. Apilé un buen montón de hojas largas para poder decolorarlas con una película nívea de pétalos de flor de nieves. Con el gran alfiler que encontré entre el Bosque Puntiagudo pude recortar las hojas y hacerlas a la medida óptima para posteriormente trabajar con ellas. Pero faltaban todavía elementos esenciales para mi arduo trabajo; miré el reloj de lágrimas de cucaracha atómica y me convencí que,

La nona lumbre

Kislev me llamaron porque a partir de mi nacimiento comenzó todo; con todo quiero decir todo. Fechorías y bonanzas en diferentes partes del ancho Verso Unido, envidias y reconocimientos sin malicia de seres heterogéneos que se miran con desprecio o con admiración, pequeños gestos y grandes rencores que clavan puñales a las espaldas de los indefensos... No estoy orgulloso de ello. El crepitar de la hoguera que iluminó mi sino dejaba en ascuas el camino que debía recorrer a partir de ahora. Quisiera que las mismas llamas que danzaron destruyendo la vida y propiciando la creación de lo que podría ser un buen comienzo, no dejaran en manos tan neófitas, como las mías, el destino del mañana y sus consecuencias. Creo que no soy digno de ello. Nunca lo he sido, pero Janucá ya vertió luz a los pasados oscuros. Ya debería tener determinado mi andadura. Y aun así, no me siento preparado para nada: creo que me faltan años de regadío, de enraizar conocimientos y de cimentarme a mí mi

San Quiero

Lo celebraré con un respiro y me daré un premio, mantenerse una en pie es todo un reto. Respiraré el frío y me sentiré ser vivo, porque en mi regazo acogeré al sueño. Y lo plasmaré en el tiempo, este día se repetirá hasta que sea dueño de mi propio día, para celebrar el San quiero. 23 de diciembre San Victorias consecutivas.

Cambiando el rumbo

—Me echaron del trabajo al no saber ubicarme. —Pues yo norte noté tan mal. —Pues al parecer no era mi destino. —Y ahora, ¿a qué te dedicas? —Me rehabilitaron y ahora soy báscula. —Uff, qué trabajo más pesado. —Así anda el mercado… Uy, qué tarde se ha hecho, me voy rodando. —Adiós, Exbrújula.

Soltar amarras

Y volvió a repetirse la escena, esperaba en medio del baile, el rededor giraba a sus aires, sus indirectas despertaban las pasiones; y volvió a tomarme de la mano, grácil y perenne, acogió mi resignada cintura, recogió en la coronilla mi duda, su decisión hicieron tambalearme despacio; se acogió al voto de silencio, me miraba con sus ojos agrietados, hacía tiempo que no mirábamos a ambos lados, nos encontramos en el mismo punto de no retorno; no hizo ademán de soltarme, yo ya me había amarrado, izé velas y navegamos despacio. Vigilia se llamaba nuestro barco.

La duda sabe a stracciatella

Cuando la cabeza está fuera de onda y la concentración tiene la puntería como una escopeta de feria, lo mejor es darse un respiro, aquí la filosofía no cuenta: la respuesta está en el yogur de stracciatella.

Dar la cara

[...] Es mala época para equivocarse, me dejó claro mientras sujetaba mi cabeza contra el fango con su bota y ejemplificaba el castigo y las consecuencias que se sufren al intentar sabotear el equipamiento del resto de compañeros. Sabía por qué estaba sufriendo ese bochorno, De no podría haberlo soportado ni con el primer insulto y escuptajo en la cara. Sabía por qué estaba bajo esa bota hundiendo mi cara en barro, y me lo repetía hasta que lo tuviera más claro que la albura. El teniente siguió gritándome, pero yo sólo oía silencio, no quería escuchar nada. Sabía a lo que me enfrentaba. Dar la cara por los que no saben darla, es lo que tiene. [...]

Las raíces de la fuerza

Hoy una rosa renace de las cenizas, ella no sabe que es fuerte, pero sí sus amigas, te decimos: «No hay más que verte», el espejo, no miente. Eres la viva imagen de que las flores puedan nacer en diciembre: fuertes, vivas y alegres. Ojalá que a pesar de la escarcha, siempre te recuperes, porque no hay mujer más valiente que la que entre adversidades, crece. Por ti, compañera. Felicidades.