Calma en el corazón [Fragmento 11]
...
le encontró un chip que le inducía con el 5G a la sumisión corporal y mental al sabueso cuyo chip se estuviera controlando. Irónicamente, el médico le debía la vida a su paciente y decidió extirpárselo también aprovechando los últimos instantes de viaje en el que se encontraba.
Guardó el chip en el bolsillo de su bata, más adelante sacaría sus conclusiones sobre el alcance que aquella micropartícula tenía sobre la conciencia humana y la poca ética que hundía a la célula en una organización más corrupta que el propio gobierno. El paciente parecía dar ya señales de vida y consciencia de su propio cuerpo, y el médico se apresuró a cortar el hilo y asegurar la próxima cicatrización de los puntos.
—Cada 8 horas tómate una de éstas— le entregó un bote de pastillas que parecían gominolas infantiles. —Descuida, no te harán sufrir tanto viaje como las anteriores. Son reforzadores para los puntos de tu pecho, con iniciativos activos para calmar el dolor muscular. Si ves que el dolor no perece, trágate dos. Con tres no es necesario que te peguen un disparo. Morirás ipso facto.
Miró al doctor a los ojos. Y asintió a modo de agradecimiento mientras buscaba en su chaqueta las monedas con el laurel grabado, sinónimo de gran agradecimiento por un trabajo bien hecho.
—Ojalá un día esta manía persecutoria que pareces atraer con demasiada frecuencia te deje vivir en paz en algún lugar retirado de este ciudad sucia y capitalista. Esto en tiempos de comunismo no pasaba, je. ...Ve con paz en el alma— se acercó el puño al pecho.
—...y con calma en el corazón.— El sabueso abrió su palma sobre su pecho y la mostró al doctor. Se incorporó de la silla y siguiendo las pasadas indicaciones del médico, salió por la puerta de atrás.
Efectivamente, estaba lloviendo. Agarró el bote de las pastillas, se tragó la primera gragea y se encaminó hacia el callejón más próximo. Ahora sólo necesitaba armarse e ir a la caza del cazador. Por eso
...