Encarnando al demonio [Fragmento 12]
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se encaminó hacia uno de los refugios secretos que sólo él conocía; cada sabueso tiene dos o tres lugares seguros que sólo ellos conocen, equipados con armas, reservas de comida como búnkeres.
Se limpió el polvo de la chaqueta. El calambrazo que le había dado el otro sabueso con la porra le había dejado la mano casi esclerótica e incapacitada. El otro sabueso había ido tras la presa como le prometió. Raro le pareció que no le ejecutara allí mismo. Chasqueó la lengua y se rio para sí. El juego acababa de empezar, y le concedía una ventaja innecesaria. Se lo pasaría bien. Hacía tiempo que no sentía tanta emoción por un encargo.
—»Es hora de bailar, gente celestial.« —Palpó su glock y comprobó que estaba lista.
El veterano sabueso, alias Jävul, tenía su característico sello de identidad a la hora de matar a sangre fría como buen diablo sueco. Pero cuando el encargo era 'divertido' le gustaba jugar con sus presas. Su espíritu sádico lo hacía deleitarse cuando destripaba a sus objetivos, aunque muchas otras veces, si se sentía aburrido o desmotivado, sólo sentenciaba con una bala en la cabeza a sus presas y se iba a recoger la recompensa.
Entre los de la célula le tenían cierto respeto. Es mejor no toparse con el Demonio ni siquiera cuando está de buen humor. Jävul empezó a correr y cuando dobló la esquina
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