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Mostrando entradas de octubre, 2015

Trocito de novela realista

   D ecidió que no le gustaba el mundo de los adultos cuando descubrió que los trenes   siempre salían a su hora, que necesitabas dinero para aprender y que aunque viajaras donde quisieras siempre estarías localizado por culpa de la maldita tecnología. Todo el mundo era ajeno a respetar lo que la impiedad de los psicólogos nombraba como sentimientos . En este mundo de adultos a nadie le importaba lo más mínimo si estabas alegre por el nacimiento de un nuevo hijo, o muy apenado por la pérdida simultanea de tus dos padres. Al igual que los sentimientos, había otra cosa que la gente solía tender a saltarse siempre que les era posible, oportuno y conveniente, pequeños detalles que hacen de la vida un marco aburrido de costumbres y convenciones, pero que a la vez podían servir para mantener todo este caos seguro y organizado: las normas.      En esto se fijaba la pobre Alejandrita, que, con dieciocho años apenas cumplidos, todavía hacía gala de la inocente y tierna ingenuidad que su

Griselda

Gris pensó: "En qué bellísima persona no me convertí, aquella de ojos claros al llorar y de ojos grises al reír. Soy Griselda de los ojos tristes de las miradas perdidas, la chica que entre las rosas aspira los últimos minutos de su corta vida. Griselda no es de princesa, es de mujer luchadora y débil, de niña segura e inocente, de pequeña juguetona. Mis suspiros se pierden por el cielo, y luego, vuelven al suelo las alas de un ángel caído que cayó en invierno, congelándose de frío. Llorando  en el río, caudal helado... llorando contigo. Soy la chica de hielo y del corazón ardiente de las mejillas rosadas del tacto caliente. Soy producto de los comentarios hirientes que queriendo comenta la gente, soy una herida astillada envuelta en pañuelos llorosos". ...Y luego Él afirmó: "Gris, es la bella de mis cuentos de hadas de mis penas, la iluminada. Gris es la chica enmascarada, es ella la luz de la noche. Gris

Las princesas también visten de negro

   C uando entró en el salón de baile se dijo que esa sería su noche. Iba tan bien puestecita con su vestido, su peinado, sus joyas y sus zapatitos que casi parecía una reina. Antes de que los demás pudieran advertir su presencia en lo alto de la escalinata tuvo tiempo de regalarse la vista con todo: las arañas de cristal brillaban recién pulidas; vio la larga fila de mesas de los aperitivos, las flores por la sala, algunos niños jugando; y lo que más la impresionó de todo fueron los vestidos; todos eran de una gama de colores amplísima que se mezclaba y se movía al ritmo de la música de la orquestilla, todos parecían iguales pero a la vez muy diferentes.   Sobre cada vestido iba un peinado, desde moños, trenzas y coletas hasta melenas sueltas con flores y perlas entrelazadas. Todo era un espectáculo.    De repente el mayordomo anunció su presencia a pleno pulmón y se interrumpió la música de la sala, las conversaciones, incluso el tintineo de los platos calló de repente mie

Incoherencia sin lógica

Como las rejas de una cárcel Se agrupan los días en mi diario. Igual que un trago de agua hirviendo Se sienten las lágrimas en la garganta. Tan fugaces son los días en felicidad Que el parpadeo de una estrella  A su lado dura años. En tan pequeñas cantidades Se reparte lo dulce, Que ahora entiendo por qué la miel es tan cara. A la lechuga le gusta nadar en vinagre Porque sabe que es la vida misma. Nadie invierte esfuerzo en la bolsa Porque si no los vagos se arruinarían. Igual que asteroides hacia un agujero negro Se alejan los trenes que podía haber cogido. Lo mismo que la vida al condenado Se alejan el futuro y la felicidad. Tan difícil como encontrar una aguja en un pajar Es encontrar verdaderos sentimientos en alguien más. Esther Ochoa

Tin Teddy (HA! HA!)

Ayer vi al payaso en el cristal de la tienda, me sonreía. Yo no lo hice. Me da miedo esa sonrisa.  Ayer de nuevo le vi en la misma tienda, y a su sonrisa inquieta. Ayer pensé que me miraba y me sonreía, y educado, le sonreí. Hoy, con mamá, hemos vuelto a pasar por la tienda, y el payaso no estaba. En cambio, un soldadito de plomo me miraba con ojos fríos el escaparate a través. Estuvo allí una semana tras otra, y siempre que pasaba con mamá, lo veía con la mirada rota. Y él me veía a mí, con esos ojos fríos, siempre dándome escalofríos, y no me gustaba. «Echo de menos al payaso de la sonrisa abierta, pensaba, de la sonrisa macabra». Pero seguramente algún otro niño se lo habría llevado ya. Mientras tanto, quien llama la atención era el soldadito de plomo de los ojos cristalinos. Soldadito lleva ya dos semanas en el escaparate, mirándome tras el cristal. A veces pienso que me sigue con la mirada. A veces pienso mal, pienso que por mucho que me mueva, sus

Una canción de aprecio para un prototipo espacial (Desde los Asteroides con amor)

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Nebulosas en mis ojos, agujeros negros en los tuyos, se estrellan los asteroides en tu agrietado Mercurio. Saltan chispas de tu cometa estelar dejando rastro por el espacio exterior un camino luminiscente una ruta fuera de nuestro interior. No dejan de brillar aquellas estrellas que un día explotaron en pedazos que a tu contaminado planeta, en forma de corazones rotos, llegaron haciendo de un cielo de tiras, un amor entrelazado. Y desde el cinturón de Oort hasta la Alfa o la Osa Mayor quiero dedicarte años luz de distancia declararme a la velocidad del sonido enseñarte las galaxias que marcaron mi destino. Tú, prototipo en pruebas llenaste mis bidones de provisión por si llegabas a Marte estrellando el avión. Tú, que me elegiste la Nova yo, que contagié el aire el nitrógeno de los poros se coagula en tu interior. Y tu prototipo espacial estrelló la nave. Y así, chocasteis contra un meteorito gigante, ¡y vaya catástrofe! Lágrimas flota