Tanto Tinte
Había una estantería con tintes básicos y Féder Frontier Desoxirribonucleico, uno de los científicos más valorados de la Dosvecesología, experimentaba en su laboratorio. Estaba escuchando el mensaje que había recibido en su concha marina de su primo lejano Fumao Poi diciéndole que todo le iba bien. Poi le agradecía el obsequio que envió a Antananarivo de moscardones coloradas, ¡puras golosinas para el buen camaleón!, y que esperaba que sus experimentos tiñendo cada cromosoma de su jacaranda submarina estuvieran ya dando sus frutos, porque con tanto tinte, tendría que estar ya colorado. Poi seguía con sus locuras y sus idas y venidas exprés.
Pero FDD andaba con mucho ojo para no equivocarse de tinte mientras el mensaje por botella a través de su concha marina telefónica sonaba e inundaba su laboratorio con la voz serena de Poi. Tinte rojo. Tinte azul. FDD continuó su arduo trabajo sin levantar la mirada; realmente le apasionaba lo que hacía.
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