Nudos y gargantas
[...]
No paraba de subir la marea. La creciente del mar se atrevía a llegar a la orilla; incluso hasta donde nos tenía atados. Los nudos marineros con los que nos había atado no ayudaban a darnos espacio para maniobrar y retorcernos lo suficiente para poder escapar. Los que estaban más cerca del agua lo tenían peor, como los bajitos.
Las pruebas de supervivencia extrema no están hechas para todas, hay personas que no saben controlar siquiera el pánico, tampoco relajar los músculos. Ese nudo lo habíamos aprendido hace unas temporadas atrás. Pero el teniente era demasiado cabrón como para dejarlo tan fácil. Y claramente se aseguró de complicar la situación. La combinación de nudos no la habíamos aprendido. De se estaba poniendo cada vez más nerviosa y del grupo que estábamos, sólo Eme parecía entender con la mirada. Era como si me leyera los ojos y entendió que, como no nos liberásemos o él o yo, nos íbamos todas por el arrecife. El agua subía, y subía. En una de las simulaciones nos llegaron a indicar con una bengala que si se veía feo, sí que acudirían a 'echarnos una mano'. Pero esto ni era un simulacro ni tenía pinta de que nadie nos fuera a echar una mano.
Desde que empezó todo, al grupo que le tocase conmigo estaba condenado a morir por vivir o definitivamente irse sin pelear. Lo tenían muy en cuenta y con cada prueba, se les notaba en la cara el no querer que les tocase como oveja negra de un rebaño descontrolado, como era el que presenciábamos Eme y yo ahora. Y ya habían perdido toda la fe en poder salvarse; menos en que les salvara una traidora como yo. Pero hay muchas cosas que no saben de mí; tampoco se va a saber la verdad nunca. Y es mejor así.
La resaca y la destreza de Eme y mía dictarían nuestro veredicto: ¿vivir o morir?
[...]
Siguiente PDD → ???