Melena de lana
Estaba cosiendo.
Se la veía concentrada pero en calma; totalmente ensimismada en su labor. Cosía, hilaba, tensaba, cosía, hilaba, tensaba, nudo. Todo gracias a la gran y esponjosa mata de pelo que tenía como melena de lana. Bruno estaba acariciando las almohadillas que pastaban en el prado. Se acercó después de abullonarlas con las manos delicadamente. Luego se acercó a ella y con delicadeza enredó sus dedos entre su cabellera. Cada vedija era más suave que la anterior. Agarró uno de los cepillos que volaban por su alrededor. Lo besó agradecido y entonces, con mesura, comenzó a peinarla. Ella le sonrió y siguió hilando, tensando, cosiendo, un nudo.
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