Aguacero.

Etéreo
Extremadamente delicado y ligero; algo fuera de este mundo.

Podría decirse que entre guiones se encuentra la línea desconocida que pueda definir nuestro encuentro, pero nunca hay un guion definitivo, suele improvisarse, como dice la canción. Pero ayer fue el momento más etéreo y suficiente que experimenté en años, y fue el volver a verte.

Llovía a esgalla, como si el cielo de mis lágrimas no pudiera creerse que te viera de nuevo, ahí enfrente tras tanto tiempo casi de saber siquiera si llegué acaso a conocerte. Sonaba una balada triste y nostálgica de fondo, mi cabeza flotaba casi esperanzada de poder sí que sí decirte todo lo que había pasado por delante y por aquí en tu ausencia, y pensé en cómo ordenar esas palabras que salían en tropel de mi cabeza como si no hubiese un mañana y como si te tuviera que resumir mi gran película vital en dos únicos fragmentos, casi una síntesis que a mi cabeza no le daba tiempo a gestionar los suspiros, los lloros, las ilusiones, el desahogo...

Fue tan apasionadamente angustiosa la sensación que llegué a cuestionarme abrir la boca y gritar tu nombre, o ir por detrás, taparte los ojos y susurrarte quién era, o incluso abanicar mi mano como si espantara los malos tragos que pudimos pasar y pasamos, sin estar cerca, sin apoyarnos... Fue todo tan extasiado que creí que reventaba de ilusión. Entonces te vi que me mirabas, estabas rodeado de otros ojos, otras redes de contactos, otros. Decidí finalmente acercarme y saludarte, sería la mayor sorpresa que te pudiera dar. Y cuando te giraste y te saludé, me miraste con una soberbia que nunca pude llegar a identificar, menos al preguntar quién era y comentar entre carcajadas del resto del grupo si esta loca se había confundido, e irte. Y quedarme bajo el manto oscuro y rabioso de la inseguridad, la vergüenza y el escenario vacío.

¿Te esperabas un final feliz? Nadie prometió que fuera un guion definitivamente redondo. Así que decidió un título para esa memoria y la etiquetó como desechable y sabría que igual no sería la primera en olvidársela, pero sí, si volvían a reencontrarse, la última en perdonar.


Con la aportación temática especial de Æ Schumacher:
"el reencuentro entre dos personas que llevan mucho sin verse."

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