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Mudez

Ataraxia
Tranquilidad de ánimo o imperturbabilidad del espíritu por la ausencia de penas y temores.

"Ataraxia:
f. FILOS. Tranquilidad de ánimo o imperturbabilidad del espíritu por la ausencia de penas y temores: para los estoicos la ataraxia se consigue con el alejamiento radical de las pasiones. "

El diccionario no se equivocaba, claro. Pero, ¿y el de la consulta? No paraba de predicar y diagnosticar a diestro y siniestro que aquello que nos afectaba a unos, nos afectaría a todos. Y no quería que me afectara la verdad. Parecía una enfermedad: todos le teníamos miedo. Ya hubo un caso donde la policía hizo un intento de seguir el rastro de un alocado que sufría de esto. Pero sigue por ahí suelto. No obstante no hay suficientes pruebas como para incriminarlo, al parecer. Creo que no me comprendo ni yo, llevo tanto tiempos sin dormir que la incongruencia me puede.

Sé que al otro lado de ese cristal en el que me reflejo, me observan, pero yo no he hecho más que un ademán de sacar el diccionario de bolsillo que llevo siempre conmigo. Mi abuela siempre decía que las palabras pueden hacer comprender a las personas y entrarlas en razón. Pero sólo venía a confesar que fui testigo de algo sospechoso, casi realizado a sangre fría en el parque de la Avenida de los Cuartos. Creo que tanto el agresor como yo tenemos claro que no debí haberlo visto hacer eso, pero sé que cuando establecí contacto visual con aquel ser de confundible apariencia, ya tenía mi silencio comprado. Y sin embargo aquí ando, callado, observado, con un diccionario entre manos, sentado en la sala de interrogatorios y sin poder decir una palabra.

—¿Otro?—preguntó el comisario.
—Sí. Presenta el mismo modus operandi que en las anteriores. Sus ojos parecen haberse encontrado con una espeluznante aparición indescriptible; de alguna manera el sospechoso se mueve rápidamente hasta ellos y ¡zas!
—Pero éste trajo un diccionario.
—Sí. A ver si sin lengua logra comunicarnos qué fue lo que pasó.

L O+ L E Í D O · A Y E R

Maiduti

Se ve luz al final del túnel, se ve, Se ve a Maiduti aclamada por su envés: no la juzgan por su portada, quiere creer. Un nuevo deber en la agenda apuntada. Avanzan los pasos, los logros quedan cerca. Brindemos por los "ligeramente". No saborearemos el oro, pero en bandeja de plata yo se lo pondré. Se ve luz al final del sueño, se ve, del punto y coma duradero, a los tres. El continuará como dolor de barriga: podré decir que lo intenté.  ANTERIOR ["Inktober de Poemas: 4 de octubre: Maiduti"] SIGUIENTE

Buscando.

Me di cuenta tarde. Estaba efectivamente buscándote entre la gente. Tantos datos que me diste de ti y nadie coincide contigo en la calle. Temo siempre por distraerme y encontrarnos sin saber que lo hemos hecho, por eso miro a todos lados, antes de cruzar. Al frente si el semáforo está en rojo. A la muchedumbre si parece inmensa; busco quien destaque de entre la marea. Pero luego me doy cuenta de lo absurdo que todo parece. ¿Se estará dando cuenta alguien de este ridículo que estoy haciendo? Pero si nadie se percata, yo te seguiré buscando.

Hineni

Esa mirada que se esconde entre el cárdigan de tus palpitaciones y los soplos de a quien lanzas corazones es la que me intriga.   Andas siempre sonriente, con unos luceros como la noche observándome ¿qué es lo que pensaron entonces?, me pregunté ¿cuando aterricé sobre esos lunares buscando placer y encontré a dos estrellas fugaces esperando a otro viandante? No lo sé.   Hay satélites ambulantes que buscan dónde resguardarse de una soledad imparable, y buscan ubicarse, orbitando para fijarse en sólo una presencia inapagable como tú.   Pero dudo que estos hilos nos juntasen así que velo por tus sueños, desde tu olvido, y admiro desde otro sitio que esos ojos bonitos, amen a quien amen, encuentren un destinatario fiable. Esto es sólo un mensaje desde un dudoso remitente allá donde te encuentres, si me necesitas aquí estaré.  [ 29 de octubre con: CÁRDIGAN. Aportación de E udyptes] POEMTOBER SIGUIENTE

Nunca la misma; siempre diferente

Inmarcesible Que no puede marchitarse. Siempre el mismo discurso que no marchita, las mismas palabras cansinas, arrastradas, casi automáticas, sin ser románticas, siempre el mismo augurio, las mismas resignaciones prescritas, los mismos focos sobre la misma mirada de ojos: la nostalgia de poder haber sido otro quien se comiese el marrón. De los tiempos donde una se engañaba a sí misma y el reflejo le decía que no, que no eran buenos tiempos para sentir afecto ni pedir cariño, o la herencia, o la querencia en la que siempre se queda, esa estancia de indiferencia, no hay ventanas, sólo espejos y a caminar a tientas. Siempre es el mismo sermón inmarcesible en sus renglones, jugando en los laterales, recortando los bordes, sin ser extremistas opuestos, siempre conociendo las reglas, los juegos sucios, los trucos, temiendo los ases bajo las mangas, los puñales por la espalda. Siempre es el mismo resultado para quien juega en casa. Sin embargo nunca es la misma persona quien ...