Se abre el telón y aparece una niña que no es ni Inocencia ni Pureza,
sólo es una niña sin etiquetas.
Parece un chiste porque ante lo desconocido se necesita categorizar,
poner el yugo para ayudar al dedo de verdugo a señalar al condenado.
Y la enfrentan a un prisma en el que se ve reflejado
lo que hay y lo que es, lo que esconde esa masa de piel,
lo que no se dice, sólo se deja caer.
Y suena un golpe seco contra la pared opuesta al cielo:
se ha caído la niña al suelo,
no sabe qué hacer.
Se queda mirando como un mirlo anonadado al espejo,
no es más que un reflejo de lo triste que en él ve.
Parece una broma de mal gusto, pero la niña es el reflejo de lo que ve.
Baja el telón.
¿Cómo se llama la chiquilla?