Mecha y ceniza
Sonó a traca, pero fue puro artificio.
A lo lejos los fuegos,
sobre sus cabezas la hipocresía y sus vicios,
el jolgorio para entretenerlos
y mientras tanto humo en los pulmones, en los hocicos.
Sonaron los timbales, el redoble de tambores, los platillos al aire
para acabar diciendo que no hay presupuesto para lo que nos mantiene erguidos.
Fueron las sombras las que dejaron al borde del cenicero sus cigarrillos,
ahora el mundo se tiñe de un color cenizo.