Calentando motores

Es gracioso cuando vuelas,

extiendes las alas para alcanzar la extratosfera,

pero no llegas adonde otras aves llegan, sino que planeas,

las admiras: todas altas, flamantes, admirables, bellas,

y después de planear ves que desciendes, caes, te congelas.

Te petrificas mientras piensas, ¿merezco la pena?

Aparece un sentimiento que te deja bajo el mar: oye, el impostor, ¿a qué juegas?,

y parece que no, que de momento no lo ves,

ni tú, ni quien esto lee, ni del derecho ni del revés,

y las alas se me convierten en piedra, ...otra vez. ¿Volaré?

Tantas ganas, pensé, de volar que tenga, y no parece que estén

¿adónde es que ese furor se fue? Yo no sé.

Pero siempre hay aves que bajan a la tierra, planean planear a mi vera,

y la llama ferviente renace de las tinieblas

y a ese corazón de piedra

reúne fuerzas externas y de él le salen hiedras,

y como ave fénix, de sus cenizas muertas,

alivio mi llorera corriendo a ras de suelo por la hierba.

 

[8 de octubre con: AVE FÉNIX. Aportación de Salrobodi]

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