Mariposas en el estómago.
—Informe.
El
agente negó con la cabeza solemnemente.
—¿Cuánto de jodido?
—Lo suficiente como para revolverle las
tripas a cualquiera, Señor— contestó otro de los que estaban en aquella sala
con el único testigo y víctima viva del caso. Uno de los detectives rió con
amargura. «Sádico…» El Comisario se acercó a uno de los que no se habían
aproximado tanto al sujeto que los miraba como si fueran bestias, desconfiado y
con temor. El segundo hombre empezó a hablar al Comisario:
—Señor, el producto explosivo lo tiene en el
estómago. Debió de habérselo metido su secuestrador. Seguimos averiguando cómo
porque no tiene cicatrices en el vientre, luego habrá sido a través de la
ingesta de algún microorganismo explosivo de los que fabrica. Como en los anteriores
casos…
—¿Han logrado ver el microorganismo?
—Sí, aquí tiene las tomas sacadas a través de
la gastroscopia que le hemos realizado a la fuerza…
—¿Anestesiado?
—Señor… No se dejaba ayudar. Uno casi lo
apaliza para tranquilizarlo.
—¿Telmo?
—No. Cornier.
El
Comisario detuvo su lectura del informe y las tomas sacadas de la endoscopia
del estómago de la víctima y se lo quedó mirando.
—¿Cornier?
—Sí. Yo también me he sorprendido. Con lo
tranquilo que es… El caso es que como puede ver en ésta— le señaló una
fotografía bastante carnosa que mostraba la parte interna del estómago y en una
de las paredes del mismo el microorganismo electrónico, como un parásito,
sujeto al estómago. —El cabrón es un sádico, Señor. Si operamos, el mecanismo
está preparado para explotar si se hace algún movimiento de apertura de
vientre. Además, hay un pequeño dibujo en el aparato, de colores, fíjese.
—Mariposas.
El
Comisario blasfemó.
Siguiente PDD → ???