Estropicios Internos


—¡¿Qué cilio me has montado aquí?!

—Señor, puedo explicarlo…

—NO. Calle. La cagada ya está hecha. Llame a las otras que vengan a recubrir las paredes que necesitan una capa de protección.

Lo miró mal. El otro se quedó mudo, ni le podía mirar casi, avergonzado.

—El motor se atascó y pensé que mandar un burofax a arriba y ordenar extraexteriormente que se ayudara adentro…me pareció bien.

—¡¿A quién llamaste?!—preguntó alarmado.

—Weetabix Jr., señor.

—Ay mi madre— sacó el walkie-talkie— …Aquí central del problema, Bacterio al habla. —Un ruido de confirmación sonó al otro lado de la terminal. —Que tenemos un cilio de cojones, necesitamos refuerzos. —Observó el lío que había montado el nuevo en plantilla y las paredes bacterianas con escombros; chasqueó la lengua resignado. Se apartó del transmisor y se dirigió al novato: —¿Has llamado al mecánico?
—Sí, Señor— balbuceó. Lo miró con descrédito. De vuelta al transmisor.

—Aquí Bacterio, rapidez necesito en este momento. Corto y cambio.



Crónica ficticia entre bacterias.


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