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Ángel caído

La lluvia hubo arrastrado la cama de humus que se había acumulado tras la última vez, pensé, porque ya no veía por ningún lado el ramillete de flores vainilla que le había dejado. Pero claro, la última vez puede que hubiese sido hace más de trece años. Sin embargo quise echar la culpa a la lluvia. Era "lo más fácil": menos que pensar. Chasqueé la lengua y busqué en mi tabaquera el último que me fumaría aquella tarde.

—A tu salud—reí. «Irónico». Encendí el cigarrillo e inhalé profundamente —Es gracioso…—no sé qué hacía allí, qué discurso pretendía dar en ese momento, si las palabras no me salieron en su día… ¡me van a salir ahora!—…porque estás ya en otros lares. Viviendo la vida padre. Y…serás cabrón, —eché una blasfemia que me la rumié— ¿aquí me dejas?— abrí los brazos y señalé como si estuviera observándome alguien— ¿En este amplio y mundano planeta? Si es que… —reí, mientras dejaba escapar el humo por la nariz y la boca. Me encogí de hombros, casi involuntariamente— Lo tenías todo ya calculadísimo, ¿eh?


Casualmente era un día radiante. Parecía un día de función: yo era el payaso de circo; Jeremías mi único público. No había ni vítores ni abucheos, eran innecesarios; sólo un humilde silencio.

—Y encima…— le di otra calada al cigarrillo— vas y te dejas poner en el epitafio esa jodida frase lamentable, permíteme decirte, de cita de artista como la de Charles Chaplin o Groucho Marx. ¿¿Y te pican en la puñetera lápida un “Dime, te escucho”?? ¡JA, JA! Dime dónde está la cámara oculta y sonrío. —Dejé que la brisilla me contestara. Pero tampoco puso objeción alguna, como suponía. —Y entonces vas, y así me dejas. Llorándole a una piedra que dice que me va a escuchar.

Supe que me cercioré de que nadie estuviese mirándome. Mentiría si alguien afirmase que me vio llorándole a una piedra. Era patético, y sin embargo, ahí estábamos, cara a lápida. Sin corto ni cambio, como solíamos hablarnos al estilo de los walkie-talkie incluso estando uno enfrente del otro. 
Y vas, Jeremías y te da por darte un capricho y desafiar la gravedad para ver si tienes alas de verdad. Pero no comprendiste que ya eras un ángel…—noté cómo comenzaba a entenderlo todo. —Y al final. Volaste. Al cielo, Jeremías. Volaste al cielo. Da igual lo que digan los demás. Fuiste un ángel caído y te fuiste como uno. Y nada más.— Apuré el cigarro que me temblaba entre las manos— Y nada más. Jeremías, nada más. Volaste y ya está. Y aquí estamos. Tú y yo. Desafiando a la cordura. Yo hablándole a una piedra y una piedra escuchándome.

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L O+ L E Í D O · A Y E R

Hegoak [ w i n g s]

@ ophelias_dream « Hegoak ebaki banizkion neria izango zen ez zuen alde egingo Baina horrela ez zen gehiago txoria izango » _ Mikel Laboa   [Si le hubiera cortado las alas, sería mía. No huiría. Pero si lo hubiera hecho, no sería más un pájaro]      Yo nunca fui mi pun to fuerte entre hoy, ahora y mañana la vida será otra,   las alas no más rotas las palmas ya sin cortes las zarzas sin espinas cortas las corazas fuertes como montes   Yo nunca fui mi punto de encuentro entre aquí, luego y allá me encuentro perdida,   los ojos no más rojos los labios sin morder los poemas de caza en cotos los mensajes sin responder   Yo nunca fui mi punto y seguido siempre puntos suspensivos y aquí estamos.  

a través

«Sólo se gana su libertad quien la conquista de nuevo cada día.» _Fausto de GOETHE me conquisto y abandero ¿mi revolución?: querer mi cuerpo entero, ¿libertad?: verme a través del reflejo, entre los escombros, guía la figura, atentas, miran las incógnitas, con ahínco, sopesa las sospechas: los cambios maduran y estrechan los lazos adornan y reflejan a Alicia, a la verdad tras la espesura, me resisto y desetiqueto ¿mi criterio?: personas libres ¿cordura?: soñar con delirios, descubrirme es un tesoro y las llaves en el mar profundo derrocho almíbar, ambrosía y amor, descubren contiguas, mis manos al sol, escuchan melifluas, miradas en rocío, recuerdos: escondidos en los dedos me premio y alabo me curo y me desquebrajo alzo el vuelo y aquí aparco: la huella de mi filosofía. 

pico tres-cientos (laladróndrón) [0304]

@ rebecafleur   Me cabrea tanto tu soberbia en la mirada no soy menos que tú cometes los mismos errores que yo es no hablar para que no te subas a la parra para que no me digas que soy una exagerada para que no me digas nada para que no me taches de lo que pecas para que no creas que soy de tu condición como un ladrón No estamos en el mismo saco. En tu liga yo ni salgo. En tu concepto, no ni valgo. Pero eres como él. Quieras o no aceptarlo, ya lo hablamos En cierta medida. Y aunque me digas que yo también es un argumento vago.  Yo elegí matar esa parte de mí. Y edificar otro campo allí. Sembré sobre quemado. Y así No seré lo que tú me digas. Así que borra esa sonrisilla.  Que a veces más que asco me das pena. Y no deberías simplificarte a tan poca cosa, yo creía en ti. En que llegarías a ser otra persona No tan poca cosa. Anda, hazlo por ti. No soy de tu condición. Tenlo ahí.

quiero ser un felino

  «Aprenderás a convivir //  Con las partes menos bellas que hay en ti [...]  Pero sí, de algo hay que vivir» _Aprenderás de Rigoberta Bandini estas mañanas para descansar de ti inquietud; no aquí. esa tranquilidad... dónde estará cuando se despierta la incertidumbre fuma inquietud y exhala nerviosismo, mejor no cruzarse con ella; quiero ser un felino... que no me rompan rotos ni descosidos que no me estorben humanos insustanciales ni creídos, que si molesten, arañe y sea bien visto, pero me tocó ser humana, y ahí vivo; esa paz... dónde quedará cuando sienten zen y zentauri no sale se escapa al ver a las cabras pelearse, mejor de ellas olvidarse, y existir.