Emoticono.
Se suponía que era "el Día del beso", pero dudo que se tenga que establecer sólo un día para darse un beso. Y aunque ahora sea a distancia todo, siempre se puede representar con una figura con fiebre lanzando la representación de un corazón simple y rojo y guiñando un ojo. ¡¿Por qué no?! Y así se queda un día más de celebración estúpida que se podría haber rellenado o aprovechado con un tema más urgente que un beso.
Miró por la ventana. Llueve. A cántaros por si cabía duda. Y aquí. En casa. Con una taza humeante y frente a una pantalla con un documento abierto, en blanco y con el cursor impaciente sobre un renglón vacío. Esperando por si llega la inspiración y escribe algo. Pues nada. Habrá que hablar del jodido Día del Beso.
Un herpes quedaría bien en algún lado metido, la verdad. Bueno, pues nada. Pista. Tarea hecha.
Miró de nuevo por la ventana. Sigue lloviendo. La taza templada. La inspiración de vacaciones. Un listado de tareas por hacer con varias ya tachadas. La cosa va sobre ruedas. Mira por la ventana y sigue lloviendo. Las gotas se condensan y se quitan el puesto unas a otras por ver quién moja más el cristal. Irónico porque parece la vida misma: a ver quién da más.
Mira la pantalla. Abre correo. Escribe asunto. Duda. Revisa la ortografía y envía.
Sorbe ruidosamente. Notificación de entrada de nuevo mensaje. Abre mensaje y lee: "aceptable". ¿Y qué se espera este imbécil? No me puedo poner poeta para llenarme la boca de memeces y darle labia a un tema de besos como si Coelho me poseyera. Pero bueno, "aceptable" siempre es un "mejorable", ¿y sabe quién lo va a mejorar? ¡Su padre! Y ahora a temas de mayor interés.
Miró por la ventana. Apuró la taza y se fue a lavar los platos.