Rumpelstiltskin

En un día tan calado como el de hoy,
Grimma trae un cuento corto y sosegado
es la historia de  Rumpelstiltskin, el Enano
que por tener malos humos, la mala leche lo dejó cortado:

«La historieta comienza
con la existencia
de un molinero y su hija bella,
con el interés del rey por la moza
y la mentira del padre y los dotes de la nena,

que si la nena la paja en oro convierta
que si la nena además es bella
que si se casa con ella
el Molinero, feliz será…

El Rey codicioso y de gran avaricia
a palacio la llevara
para allí obligarla
a convertir en oro la paja
en estancias grandes repletas de ella
le decía antes de que él saliera:
            –Hasta que no cubras entera
la habitación de oro, aquí te quedas.

Y la muchacha lloraba porque
¿quién supiera
convertir en oro la paja
sin magia ni tretas?
Entonces un enano saltarín apareciera
–¿A cambio de mi ayuda
Qué me dieras?

Y entrególe unas joyas y el enano le ayudó.
El Rey al día siguiente apareció
fascinado ante la proeza espetó:
            –Mañana harás lo mismo y mejor.

La avaricia de él se apoderó,
el llanto en ella cada día aparecía
y el Enano con la faena, se enriqueció,
cada vez ayudaba a la muchacha
a cambio de una joya
hasta que sin nada, se quedó
y el Enano negoció:
            –Mi ayuda por tu primer criajo.

Y la tonta aceptó.
El Enano le ayudó
el Rey impresionado se quedó
mandó que le casaran pronto con la nena
y el reino entero se enriqueció.
Entonces vino el crío
y el Enano en pos:
            –Afloja, chata
Que comerciaste con tu hijo
por no dejarte en bragas
y a tu hijo me lo quedo yo.

            –Ahora que soy rica,
Llévate alguna joya y a mi hijo déjamelo.
 
sollozaba la nueva reina,
el Enano se compadeció:
            –Está bien, milorda
Volveré
Dentro de tres días
si mi nombre no adivinas
finalmente a tu niño, me lo llevaré.

La Reina aceptó en su día
y loca perdida
a sus exploradores mandó buscar
diferentes nombres para llamar al enano,
y uno de ellos volvió con buenas noticias:
            –Oiga, Reina mía,
Que al Enano oí cantar un día
Y con el nombre de Rumpelstiltskin
su bendita madre le pondría.

La Reina aliviada
el Enano regresó ese día:
            –Reina, ¿decir mi nombre sabrías?

Y va la Reina y cotestóle:
            –Mira, chaval, no te rías
Que aunque Juanito a tu madre no le gustaría
no te encontró mejor nombre
que Rumpelstiltskin.

El Enano cabreado
dio un golpetazo al suelo
y enterróse medio cuerpo,
intentárase salir del hueco
y en mitades roto se quedó.

Y jodido, jododado,
el Pobre Enano,
quedóse jorobado».

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