Ha llegado la Verdezuela al Corte Brujés

Unas carcajadas desconciertan
el ambiente de la habitación
es Grimma riéndose sin ton ni son:
«Lo siguiente, es cuento de hadas
pues sí que es una buena milonga
de las que se prolongan
hasta tercera temporada»:

«pues cierto es que
que el nombre de Rapunzel no pinta ná
pues el verdadero nombre de la pelo-largo
no era otro que Verdezuela
ya que la gocha de su madre,
por antojo y gula
a su marido coaccionaba
para que de la huerta de la bruja robara
verdezuelas para ella jalarlas.

El día que la vieja pilló al ladrón
le dijo bajo una condición:
            –Mira, hombretón,

Si más verduras frescas
para tu mujeroza quieres llevar
al primer niño crío que tengas
me lo darás
lo cuidaré como hijo de mis entrañas

si no me lo dais,
que la mujer coja mono
a otra verdura, que con su antojo
me desforestáis.

Y al primer berrido de niño,
la bruja tuvo al crío
(y la gocha su dieta verdurera);
la niña era mona como ella sola
tenía unas melenas
que ni los metaleros de su época…

A los 12 añetes, la viejeta a la Verdezuela
en una torreta a la nena, la encerruela
para que ni Blas se relacionara con ella;
Verdezuela se convirtió en antisocial
y para entretenerse
cantaba a los pajaretes
aunque ni caso le hiciesen.

La vieja bruja le visitaba por las mañanas
y como ya tenía una edad y la escoba estaba vieja como ella,
la vieja, amiga de Otis, el de Egipto,
inventó el primer ascensor

(aunque luego le robara el invento
y al ser él hombre, el logro e invento se lo adjudicaron a él
y no a la Vieja):

pues la Vieja
a la prepuber le ordenaba:
–Tira tus melenas
Moza bella, y me podrás subir en ellas.

Y así lo hacía Verdezuela.
Un día por casualidades de la vida
un principeso por el bosque andaba,
oyó cantar a la nena
y atontado con su canto de sirena
quedóse escuchando a Verdezuela.

Estaba en la edad del pavoneo
por lo que sus ganas de cortejar
eran su primer reto,
así pues planeó cómo llegar a la nena
sin que la viejeta le pillara yendo,

una mañana, oculto entre los arbustos
vio a la viejeta cantarle al torreón:
– Tira tus melenas
Moza bella, y me podrás subir en ellas.

Y entonces cayeron unas melenas
bien peinadas y laaaaaaaaaaaaaargas
y la Brujilla subió en ellas.
Cuando cayó la noche,
la bruja marchose
y el prepuber real suerte probó:
            – Tira tus melenas
Moza bella, y me podrás subir en ellas.

El Principeso subió
y el susto a la chiquilla dio
pues no había visto a un mozo
desde que nació,
la nochecita fue larga
entre los dos
tanto que el principeso bombo le dejó,

ambos en secreto lo llevaron
pero un mal día, la Verdezuela la cagó:
            –Dígame, Brujilla
¿Cómo es que siendo usted tan delgadilla
el principeso lo suba antes que a vos?

            – Ay, niña brujilla
Golfa me saliste, niña.
Vente que te arregle la melena
que llega la caló
y con esas melenas, hija,
de paseo no te veo yo.

Y con la tijera pegó dos cortes
y con pelo corto la dejó
así el príncipe no podría subir más verla.

Por mayor precaución,
la loca de la bruja la llevó a un desierto lugar
a que hiciera visita al Otis que el invento de la Bruja robó,
pero el Otis ya se había ido
así que ella sola se quedó.

 Al comunicarle la noticia
la Bruja al prepuber real, éste se suicidó
pero de su vida se salvó todo
excepto los ojos
que en espinos se los clavó
y moribundo lleno de dolor
deambuló.

Y fíjense, niños,
que al mismo desierto llegó
y la princesa curóle la ceguera
con sus lagrimeras
y felices los dos…

Miento,
fueron dos y dos, cuatro
niño, niña
prepúbera y prepúbero.
Pero volviéronse a palacio
donde allí juntos celebraron
el final de este cuento un tanto amargo.

Y acabo aquí mi relato
riéndome a carcajada limpia
del peculiar retrato
de familia de estos cuatro».

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