Camarada Comunista Caperucita Roja (СССР)

Grimma ve que es pronto,
pero piensa:
»cuento el cuento para la hora del té«,
cuentacuentos nos sale
con este cuento del revés:

«Hace tiempo la banda de los Hoodies
se componía de:
madre, hija y abuelita santa,
la niña era llamada Caperucita Roja
por la capa y su dirección ideológica;
su madre le dijo un día:
            –Oye, maja
Vete a ver a tu abuelita,
que está pocha
y necesita de tu ayudita.

Llévate pastelitos y vodka
y ni se te ocurra salirte del caminito,
que vienen los lobos capitalistas
y te dejan sin nada en los bolsillos.

            –Tranquila, mi camarada madre,
Estése tranquila
que ningún lobo capitalista me hará cambiar de opinión.

Y Caperu se encaminó al bosque.
Y al Lobo se encontró:
–¿Qué de nuevo, hija de Linen? ¿Qué hace tan temprano
siguiendo el rojo sendero?
            –Voy a casa de la Comunista
A llevarle pasteles y vodka.

El Lobo se relamió el hocico,
«¡qué bocaditos rojo tan ricos,
una abuela comunista
y una niña para mí solico!»,
el Lobo pensó en despistar a la niña y dijo:
            –Oye, niña,
¿qué tal si te hace un favorcito?
¿Qué tal si
te quedas recogiendo flores rojas
y las llevas a tu abuelito?

–Es abuelita, melondrio,
pero tu propuesta me ha gustado,
me quedaré recogiendo éstas
seguro que le gustan a mi abuela
y, aunque mi madre me ha dicho,
que de ti no me fíe ni un hocico,
te voy a hacer caso, porque yo lo digo.

La Roja junior se quedó
recogiendo floripondios,
mientras el Lobo listo
a casa de su ‘bocadito’
se fue derechito;
llegó a la comuna de la abuela madre
y para que la puerta le abriera dijo:
            –Oiga, camarada,
abra la puerta que la explico,
que soy tu camarada nieta
y traigo vodka con bollitos.

A lo que la abuela contestó
a todo trapocon el hit de MECANO:
            –Hoyyy no me puedoooo levantaaar,
El findeee semaaana lo paseee fataaaaaaal
Abreee la puertaaa, tú por miiiií
El cerrojo está puesto fácil para abriiiiiiiiir,

El Lobo así lo hizo.
Y se la zampó
para que no volviera a berrear un clásico.
Tiempo después vino la Rojilla.
            –Abuelilla, abre la puerta
Que traigo vodkaaaa para ti, abuela.

 Y el Lobo, imitando la abuela dijo:

            –Un, dos, tres un pasito pa’lante
Rojilla, un dos tres, un pasito pa’traaas.

–Pero abuela, la puerta está cerradilla, ¿cómo voy a entrar?

–Lobololéi lolá, lobololéi lolá,
Tú te las has de apañaaaaaar.

La niña abrió el cerrojo y entró.
Y a la falsa-abuela le comentó:
            –Pero abuelita, ¿qué te ha pasado en la geta
que pareces peluda y más vieja,
con grandes orejas y ya sin tet…?

Y el Lobo le contestó:
            –No me mires, no me mires
Déjalo ya, que no me puesto el maquilla
-je, -je, -je,
Y tengo un aspecto que no puedes mirar
Y no me vas a querer besar!

La niña sospechó.
Pero antes de que pudiese preguntar algo más,
el Lobo de un bocado, la engulló.
El Lobo se sentía cansado,
tanto canto lo había dejado reventado
y se durmió.
Roncando, roncando,
a un cazador atrajo,
vio éste el panorama
y como era dado a la costura
abrióle la zampa a el Lobo
y a las dos comunistas salvó.

Luego le llenaron el vientre de piedras
y el Lobo despertó.
Corrió como el alma que lleva al Diablo
pero era éste tan poco dado al gimnasio
que le entró una reuma y la espichó.

Y aprovechando su muerte,
el cazador se hizo un abrigo de pieles
de ocasión.

Finalmente, la abuela y la niña
a bollos y vodka
rojas comunistas, celebraron que se venció.

Pero un nuevo lobo apareció
y una nueva picia a cada nuevo capitalista
se planeó:
a éste nuevo se le cocinó,

porque, niños,
a los malos ,trampas les ponemos
porque el daño es su intención.


Y colorín, coloradas, rojas a vodka
y llenas a estofado de lobo,
la familia Hoodies, victoriosa salió.

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