Cuidar las puntas

Flora estaba deslumbrante, como siempre. Esta temporada de parón le había permitido ramonear sus bellos y frondosos cabellos para arreglar los destrozos que algún que otro enfado le había quemado su belleza natural anteriormente. Dentro de poco tocaba un nuevo recorte. Suspiraba con la esperanza de que ese tiempo de parón les hubiese hecho entender que sin su larga y verde melena, los suspiros de los vivientes no se llenarían del oxígeno que su sola presencia emanaba.

A veces no era lo más bonito, pero sí lo que hace y deja vivir.

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