AnatomĂa de un Ășltimo abrazo
—¿Sabes? OjalĂĄ se convirtiera en un meme oficial dar abrazos y no se perdiera nunca ese hĂĄbito cariñoso, de apoyo, necesario, aunque estĂ© cayendo la que estĂĄ cayendo y casi a esgalla, porque no parece parar.— Dio una calada al cigarro y exhalĂł el humo lentamente. —Como un rasgo cultural muy propio y que cada cual tuviera su manera de abrazar y querer y transmitir lo que quiera que se quiera transmitir con eso que llamaron abrazar, ¿sabes?— SuspirĂł. —QuĂ© tiempos aquellos, JeremĂas, cuando nos abrazĂĄbamos, ¿te acuerdas? SĂ, hombre, era vernos desde lejos y no parar de correr como en las pelĂculas con el reencuentro de la tĂpica pareja norteamericana, tostada, que parece que ha pasado la mitad de su vida bajo el sol y la otra mitad corriendo por la playa sin mayor preocupaciĂłn que reencontrarse… Tsk. QuĂ© ingratos y no disfrutar del momento de encontrarse, de sentir a la otra persona con la misma alegrĂa que tĂș a ella…—mantuvo la mirada hacia el horizonte y entonces tras unos segundos de silencio dijo— Aunque eras de los dos el que mĂĄs disfrutaba abrazar, y yo el que te rehuĂa siempre, ahora se intercambian los papeles…
No hubo respuesta…como siempre.
—RecuĂ©rdame porque estoy aquĂ, amigo mĂo, que siempre quiero olvidarlo…—entornĂł los ojos hacia ella y volviĂł a darle una calada, esta vez, larga al cigarrillo—. No hay manera de olvidarlo, la verdad. Para quĂ© mentirme.
HabĂa parado de llover, pero ahĂ seguĂa, frente a frente, con mi peor pesadilla, el miedo de no saber a lo que uno se enfrenta: la culpabilidad.