Ni un paso atrás

La verdad es kinésica.
No se me escapa una. Y mejor así que mentirme a la cara, ¿sabes? Prefiero que me digas que el resto del camino lo puedo hacer sola, que en el momento en el que veamos de qué pie cojea cada uno, haya que correr y haya personas que no puedan correr.

Realmente lo prefiero así. De ahí que me asegure de que pueda tener o no tu apoyo ante cualquier situación. Cualquiera. Siempre te voy a preguntar como si fuera la barrera que separa el territorio bélico de la zona segura si vas a seguir a mi lado. Siempre. No te voy a obligar a hacer algo en lo que yo creo que es justo pero implica mojarse, y no quieras mojarte. Y salpicarse. Y pocas son las personas que saben que para luchar por una meta, hay que salpicarse. Y otras muy pocas son las que demuestran realmente el material del que están hechas.

Hay agallas que se escapan por la boca pero se ve la verdadera naturaleza en el temblar de las piernas. ¿Me explico? Pues eso es.

Por mi parte, por lo que es justo, si me dejas comandarlo, estar en la cabeza, lo voy a luchar. Lo que no y apuesto y caigo, lo asumiré como única responsable. ¿Es lo justo, no? Hay que tener hombría con hache para ello. Hay que tener agallas, nada más. No hay que tener más que coraje y dejar huella sin mala fe cuando se trata de algo justo.

Simple y llanamente.

Por mi parte, no habrá ni un paso atrás. Capitana de mi barco, me hundiré si hace falta con mi Titanic como última grumete. Pero no por orgullo. Si no porque es lo justo.

Tienes mi palabra.

Y mi palabra vale más que mil imágenes.



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