Muere o mata (III): Capaz

Compasión es...
es el sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien.

[...] No podía moverme.
Estaba enfrente de un escenario criminal, y conocía al culpable. Rodeada de un ambiente de crudeza sanguinaria, dolor, estrés, presión, tensión, nervios y mucha incertidumbre si podrás ver la luz del sol al minuto siguiente, la ley del más fuerte, del más rápido en gatillo, con el manotazo más fuerte, o con la locura más grande y sentimiento de supervivencia más desarrollado, vivía. Pero ahí estaba: ¿acaso había sido cosa mía? Entonces me percaté al moverme por un espasmo nervioso involuntario que seguía manteniendo alzada la pistola con la que lo maté. Y sí, sí que había sido yo. "Mata", resonaba en mi cabeza todo el tiempo, "antes que morir, mata"; era la elección que había tomado.

No sentía ninguna compasión por él. ¡Me había retado a hacerlo! Me había subestimado en que no podría hacerlo. Y lo hice. LO HICE. PUDE. SOY CAPAZ DE Llevarme una vida...por delante. Aguardé hasta percatarme de cada una de las palabras que pensaba y medité en lo que había dicho. ¿Acaso lo había dicho yo? ¿Yo? ¿Que no hago daño ni a una mosca? Y cuando me quise dar cuenta, ya estaban cayendo las lágrimas por mis carrillos. Pero no entendía por qué lloraba. Había sobrevivido. Mañana podría ver la luz del sol si la pistola seguía conmigo. Y me sonreí pensando que podría ser así. Y me ilusioné tanto que emití un gemido de alegría casi ahogado, reseco en mi garganta, que hacía tiempo que no bebía ningún líquido. Y me desplomé, pistola entre manos, de rodillas contra el suelo de la alcantarilla. Corría el agua pestilente y se llevaba la sangre que emanaba del cuerpo de Termin. Me repetí a mí misma que esto tardaría en ser parte de lo que considero siempre olvido... De repente, me reí. Sola. "Termin en el olvido". Sonaba a chiste. El chico que siempre te estaba recordando que había que entregar tal o cual proyecto a tiempo. "Siempre a tiempo", siempre con fecha límite...
Miré al cuerpo sin vida de Termin y le musité:
"Tu fecha límite la has cumplido a tiempo". Y me quedé mirando cómo en sus pupilas desaparecía el brillo vital del que se caracterizaba.

Seguía sin oírse ni un alma: sólo el goteo incesante de alguna cañería.

[...]

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