Candela.

Luminiscencia es...
Una luz débil pero visible en la oscuridad.

"Candela, ¿eres tú?"
Preguntaba mientras sostenía la cerilla con mis dedos. Temblaba, y olía a miedo a kilómetros. No se oía ni un alma en ese extraño lugar donde las paredes ululaban de frío y el techo crujía de terror. El instinto más primario ahogó un gemido de pavor que pondría alerta a cualquier depredador. Me mantuve firme, como un carámbano, congelado, incluso el pensamiento para poder mantenerme cuerda y no perder los estribos en ningún momento. Sabía que me encontraba en un lugar seguro. Estaba dentro del límite. Aquí no se atreverán a entrar, me decía continuamente. Aquí no pueden hacerme daño: estoy protegida de todo mal, de todo mal, de todo mal...Mis párpados comenzaron a sentir un extraño cansancio que no había experimentado antes. El refrigerio de medianoche no era nada que pudiera ni embriagarme ni estimularme, pero sentí cansancio. E intenté mantenerme despierta hasta que Candela volviera; ella sí que se había aventurado a marchar entre tanta oscuridad para buscar un baño. Me dijo que volvería en nada, que no tuviera miedo, que me mantuviera dentro del límite y que pasaría desapercibida de cualquier malhechor. Pero oigo voces, oigo siseos viperinos que cuchichean en la oscuridad más allá del límite. Siento las miradas de los depredadores vigilándome desde fuera del límite, una manada hambrienta y tergiversada, horrenda, siento sus ojos en mi nuca, en todo el cuerpo. Siento frío e impotencia. Quiero que Candela vuelva. Sé que el límite es mi parapeto, pero no sé cuánto soportará en pie. Oigo pisadas que se acercan a lo lejos, y por detrás también. Me inquieto al creer que se acercan pero no veo nada. Sé que mi vista se nubla, que voy a perder el conocimiento, que me pongo más nerviosa y no puedo hacer nada. Que he de esperar despierta hasta que vuelva Candela, que nos ilumine a todas, que he de esperar despierta, despierta, despierta...¡He de esperar despierta! Me obligo a mantener la vista fija en el infinito opaco rededor que me envuelve angustiosamente. Siento que me desmayo pero me mantengo firme como un carámbano. Siento que me desinhibo y pierdo el control de mi cuerpo, y he de recuperarlo. Candela tiene que estar al caer. Oigo el crujir del techo otra vez. Se acercan. Se acercan. Espero que Candela esté bien. Huelo su sed hambrienta. Espero que Candela esté bien. Percibo miradas afiladas y lujuriosas, rechinan sus afilados colmillos entre el regodeo y el regocijo de ver expuesta su próxima presa. Candela vendrá, lo sé. Candela está bien. Candela alumbrará este umbrío y cochambroso lugar. Candela está bien. Yo estoy bien, he de estar despierta. He de estar despierta. He de estar despierta. He de...he de...he de... Alguien gime de histeria y me despierta. ¡Estoy despierta! No pueden cruzar el límite, lo sé, lo sé. Candela me lo ha dicho mil veces. Es mi espacio, es mi seguridad. Todo irá bien. Todo irá bien. Candela ya volverá del baño. Yo no me duermo hasta que ella no vuelva. Yo no cierro los ojos para ver más oscuridad. Yo no cierro los ojos...Yo los oigo acercarse, veo rostros borrosos desfigurados por mi demencia que parece aflorar... ¡Yo no me duermo! Abro de golpe los ojos, sólo es una ilusión que me confunde. Pero Candela no está de regreso y la cerilla va poco a poco consumiéndose. Y el carámbano racional que era ya siento cómo pierde fuerzas, siento que me acaloro sola y se derriten mis defensas. Oigo una voz cálida que susurra y se acerca. ¿Candela?
"Duerme, preciosa."
Y me desplomo en unos brazos más robustos que los de Candela. Huele a inmundicia, huele a corrupción ahí fuera. ¿Dónde está Candela?, se pregunta mi último hálito de raciocinio que ya vuela. Candela, Candela... Mis ojos atinan a abrirse por última vez antes de entregarme al ensueño. Veo el límite y mis pies fuera de él.
"Pide un deseo y sopla la vela."
Huele a carroña. Y la luminiscencia de la cerilla se apaga con el soplo de una sonrisa torcida.


Ayer en la Barca de Caronte se celebraron fúnebres, el viaje de una nueva víctima de los Acechadores. Y no habrá justicia porque no se resistió a beberse el refresco que compró para no embriagarse. Sólo habrá candelas al alba, porque el apetito del Acechador la dejó seca, en la oscuridad, o sin vida en la penumbra, o tirada en una cuneta. Pero no hubo resistencia. Porque ella cruzó el límite y dejó que lo cruzara él sin oponerse a su gula.

Candela se quedó sin velas para llorarla y se consumió entre las cenizas de su hermana.




Si suena a cuento de terror es que es terror lo que se siente al ser acosada y violada por un depredador. Ya no entienden de límites, ya no estamos seguras, ¿o sí? Si cruzan con burundanga los límites, y nos corrompen, hermana, no tenemos adónde huir. Es un ensueño desear que no haya Ni una más, ni una menos. No es No. Sólo el Sí es Sí.

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