Corrupción blanca

La nevada había borrado por completo cualquier atisbo de huella que pudiésemos haber encontrado. Una densa capa de nieve enterraba hasta el último sotobosque de vegetación que se pudiera encontrar. Chasqueé la lengua con resignación. Sin huellas, sin rastro. Y sin cuerpo. Sólo un fax recién imprimido con la cara de la desaparecida, unos pocos datos de cómo iba vestida aquel día y la frase que más temor crea en el cuerpo: "la última vez que se la vio con vida fue...". Y una foto de a saber qué mes.

El comisario se olía que pudiese haber sido Kenos, pero, nuevamente, no era su firma. Sin embargo, tenía relación con el caso del ministro. Y empecé a sospechar que las ganas del comisario porque este tipo de casos recientes tuvieran la firma de Kenos era por miedo a un caso de corrupción interna que podría tenerlo atado de pies y manos. Pero todavía no me atrevía a preguntarle sobre el tema. Estaba el ambiente muy frío y no era el momento de romper el hielo.

La desaparecida podría tener la edad de la hija del comisario, su complexión era de una joven prepuberal, pelo castaño, media melena, ojos claros, cara de buena... Un blanco para cualquier desgraciado a las puertas del colegio... ¿Y en política? Un caso truculento y tremebundo. Observé que el comisario se quedó pensativo mirando a los faldones de un árbol. Se le retorció la boca y se le frunció el ceño.

Podría ser un caso más grave de lo que pensaba, pero no era la firma de Kenos. No sé si esto me tranquilizaba.

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