VI. Despedida
VI. La Despedida.
La
despedida no es un hasta nunca, pero
yo…estaba asustada. “No te vayas”.
Él
y yo entendimos lo que queríamos en ese momento, y nos dimos un fuerte abrazo;
ellos serán testigos de nuestra despedida, de nuestra promesa.
“Ellos
son nuestros testigos…”. Testigos de nuestra promesa.
Inconscientemente,
nos habíamos cogido de la mano. Pero Él no tardó en soltármela, puesto que tenía que irse. “Te fuiste y me dejaste sola”.
Yo
me acerco a la Hermana Isabel, y le pregunto adónde se iba mi compañero, ella
me contesta: «A su nuevo hogar». A continuación, le digo si volverá, y ella,
muy diplomática me dijo: «Tranquila, querida niña. Se ha ido, pero una parte de
él se quedará contigo.». No supe bien lo que quiso decir, era muy pequeña.
“Pero
ahora miro el colgante, y lo sé. Te tengo conmigo pero sigues estando lejos de
mí. Sigo sola”.
Uno a uno, se va despidiendo de nosotras: de
la Hermana Isabel, a quien da un buen abrazo y dos besos, de la Hermana
Dionisia, con un abrazo y un adiós
hermana, y cuando vuelve a mí, con voz tristona…“me dijo adiós”.
A
mí no me gustan las despedidas así que creo recordar que no dramaticé mucho
aquella triste escena, giré mi cabeza para que no mirase mis ojos vidriosos, y
cabizbajo, musité un adiós
imperceptible. Él se apartó de mí y se dirigió hacia la mujer y el señor. Los
tres se abrazaron, estaban felices, pero yo triste, “muy triste”.
La
Hermana Dionisia se despidió del hombre con un apretón de manos y de la mujer
con un beso en la mejilla, se acercó a la Hermana Isabel – que me rodeaba con
sus brazos y me balanceaba para tranquilizarme- y, desde allí, se despidió con
la mano.
Montaron
los tres en el coche y desde éste, con la mano, Él, me dedicó su último Adiós.
“Hasta
pronto…Espero”.
Ese
triste día entendí porqué mis compañeros ya no volvían, porqué Él me dejó sola,
entendí todo “y todo me entristeció”.
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