Te odio, profesora.

Ésta es una pequeña historia sobre un chico que escribe en un papel aparte, que no es un cuaderno cualquiera puesto que es el cuaderno de clase. Es aquí donde hace un garabato en la esquina inferior derecha de la hoja cuadriculada, y firma: »Te odio, Cuid«.
Tacha el nombre y a continuación escribe que necesita ayuda. Arranca la hoja del cuaderno. Pide a la profesora si puede levantarse a entregarle el papel pero la profesora, le dice que no. Es entonces cuando se sienta súbitamente y escribe en la misma hoja arrancada: »Te odio, Profesora«. El papel, hecho una bola, está en el bolsillo de mi pantalón.

Acaba la clase y la profesora se despide de los alumnos; es hora de volver.

Hoy vuelvo a casa tarde; hoy vuelve a estar mi madre en la calle; hoy vuelve a repetirse lo de ayer. Ayer, mi padre amenazó con pegarse un tiro con la pistola que le dio aquel chico de la esquina, para protegerse del resto. Ayer mi madre le calmó; él sólo quería que ella fuera  a comprarle una birra.
 Mi madre está en la calle...no ha ido al supermercado. Me ve. La miro.
  -Esperemos juntos, hijo.

Ambos nos quedamos solitos en la calle, esperando al bus de las once. Ambos iremos de nuevo a casa de la Tía Mer a dormir. A vivir durante una estancia larga...como siempre. Luego mi madre perdonará al viejo borracho que tiene como marido, y volveremos con él. Pero de nuevo recaerá y nos mandará al olvido y me quedaré en silencio en mi habitación.

Quedan tres minutos para que el autobús llegue así que, saco del bolsillo el papel envuelto de esta mañana. Agarro el bolígrafo de mi mochila, de mi maltrecho estuche de tela y escribo desde el corazón: »Te odio, Cuid«.
Llega el bus y nos vamos.


Al mes siguiente, mi madre firma una orden de alejamiento, tras haber recogido días antes todo lo de la otra casa. Papá no nos volverá a molestar nunca más, me dice mi madre sonriendo -al fin- satisfecha.
La tía Mer nos ha dejado vivir con ella. No la importa. Todo por su hermana y por mí, nos dice. Pero la tía Mer también está aterrorizada por algo. Y ese algo es papá. Papá se le presentó en el trabajo con el arma. El jefe lo echó y fue entonces cuando mamá fue al juzgado.

Mientras todo ocurre y pasa, yo estoy tranquilo en mi habitación. Miro en la papelera el papel que hace semanas tiré y destrocé. Cogí la cinta aislante que teníamos por casa y pegué los trocitos rotos del papel. Cogí de nuevo un bolígrafo y en rojo escribí: Odio mi vida. Luego me dormí.

Tras unas cortinas, me vi. Tumbado en la arena de una playa desierta. Después, volví la cabeza y vi a mamá llorando y a papá muerto en la arena. Mamá me miró a mí aterrorizada y me gritó cosas feas. Me llamó "Monstruo", y yo no lo entendí. Señaló mis manos y yo las vi: un cuchillo en una mano y sangre en la otra. Yo no me moví. Luego, desperté y lo vi. Un cuerpo en el suelo y yo no fui. Miré mis manos: pálidas y limpias, y me moví. Vi a Cuid riéndose al fin.
Me señaló y me asusté. Él sonrió y me dijo: »Cuid está aquí«.

Cuando vino la profesora, que vivía cerca de la tía Mer, leyó: Te odio, profesora.
Dos cuerpos en el suelo y un hombre riéndose solo.
Cuando el Cuid llamó a la profesora, que se refugiaba tras dos policías le preguntó por qué. Ella no supo qué decir. Y entre lloros preguntó: ¿Por qué, qué?
Él se rió y le dijo:
»Porque no lo salvaste«.

#NoAlMaltratoDoméstico.
#HideandSeek

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