Érase un cervecero que tenía 300 cañeros. Usaba casi todos y sólo a veces tiraba cañas al cañero 300. Y el cañero 300 pensó. Si me tiran la caña sólo cuando le venga en gana al cervecero, para lo que yo valgo, mejor me voy a otro lado. Porque para comprobar que también tengo espuma y cerveza, para eso no me quedo. Y el día que menos cuenta se dé el cervecero, descubrirá que las mejores cañas que tiraba las tenía en el cañero 300. Y cuando le pidan caña del cañero 300 no podrá más que lamentarse por no haber apreciado a la caña del cañero 300.
«Sólo se gana su libertad quien la conquista de nuevo cada día.» _Fausto de GOETHE me conquisto y abandero ¿mi revolución?: querer mi cuerpo entero, ¿libertad?: verme a través del reflejo, entre los escombros, guía la figura, atentas, miran las incógnitas, con ahínco, sopesa las sospechas: los cambios maduran y estrechan los lazos adornan y reflejan a Alicia, a la verdad tras la espesura, me resisto y desetiqueto ¿mi criterio?: personas libres ¿cordura?: soñar con delirios, descubrirme es un tesoro y las llaves en el mar profundo derrocho almíbar, ambrosía y amor, descubren contiguas, mis manos al sol, escuchan melifluas, miradas en rocío, recuerdos: escondidos en los dedos me premio y alabo me curo y me desquebrajo alzo el vuelo y aquí aparco: la huella de mi filosofía.