Ir al contenido principal

B U I T

@mariahesse
 
sabe que no estoy vacía, pero me vaciaré
siempre que haya mugre dentro, me pudriré
un soplo de aire externo, me ventilaré
escucha mi vida sin filtrar, no me detendré
a pesar de ser Palacio, siento ser el juglar
las gracias, las risas, pero se sabe prendar
diseño de interior, selva, altamar
miel sobre hojuelas, algo avistará
te tinc estima, pero prueba algo más
con emociones narcotrafica, pero las sabe cuidar
ya puedo esperar sin desesperar
el metro nubla tu voz
háblame más
qué me cuentas, cuando no hay nada qué contar
qué piensas, cuando te ves mal
qué haces con una bala en la recámara
a tiro me tienes, ¿chambeas o te detienes?
qué vas a hacer
si disparas, mírame
a la cara, fíjate
que hay preguntas sin responder
y duelen más que un tiro en la sien;
rimas, te empalagas,
arrimas, no te deshagas
esquivas, no son mis balas
vacío, a ver dónde encajas
quédate, un rato más en llamada.

sé que no estoy vacía, pero me vaciaré
siempre que no tengan en cuenta que siento, me marchitaré
este jardín interior que bombeo, apagaré
y mientras no pises césped con hierro, no te hundiré
no pienso prometer algo que no pueda cumplir
porque tomarás mi palabra como vil
no procederé a ejecutar sin una razón de desistir
esperaré hasta ver que hay callejón sin salida
 
entonces si no quieres más lucha, no te voy a agobiar
el vacío se rellena con algodón aunque no llena
pero caldea, acomoda, coagula cada vena
pero si avanzas a bien, no lo voy a obviar.

 

L O+ L E Í D O · A Y E R

Maiduti

Se ve luz al final del túnel, se ve, Se ve a Maiduti aclamada por su envés: no la juzgan por su portada, quiere creer. Un nuevo deber en la agenda apuntada. Avanzan los pasos, los logros quedan cerca. Brindemos por los "ligeramente". No saborearemos el oro, pero en bandeja de plata yo se lo pondré. Se ve luz al final del sueño, se ve, del punto y coma duradero, a los tres. El continuará como dolor de barriga: podré decir que lo intenté.  ANTERIOR ["Inktober de Poemas: 4 de octubre: Maiduti"] SIGUIENTE

Buscando.

Me di cuenta tarde. Estaba efectivamente buscándote entre la gente. Tantos datos que me diste de ti y nadie coincide contigo en la calle. Temo siempre por distraerme y encontrarnos sin saber que lo hemos hecho, por eso miro a todos lados, antes de cruzar. Al frente si el semáforo está en rojo. A la muchedumbre si parece inmensa; busco quien destaque de entre la marea. Pero luego me doy cuenta de lo absurdo que todo parece. ¿Se estará dando cuenta alguien de este ridículo que estoy haciendo? Pero si nadie se percata, yo te seguiré buscando.

Hineni

Esa mirada que se esconde entre el cárdigan de tus palpitaciones y los soplos de a quien lanzas corazones es la que me intriga.   Andas siempre sonriente, con unos luceros como la noche observándome ¿qué es lo que pensaron entonces?, me pregunté ¿cuando aterricé sobre esos lunares buscando placer y encontré a dos estrellas fugaces esperando a otro viandante? No lo sé.   Hay satélites ambulantes que buscan dónde resguardarse de una soledad imparable, y buscan ubicarse, orbitando para fijarse en sólo una presencia inapagable como tú.   Pero dudo que estos hilos nos juntasen así que velo por tus sueños, desde tu olvido, y admiro desde otro sitio que esos ojos bonitos, amen a quien amen, encuentren un destinatario fiable. Esto es sólo un mensaje desde un dudoso remitente allá donde te encuentres, si me necesitas aquí estaré.  [ 29 de octubre con: CÁRDIGAN. Aportación de E udyptes] POEMTOBER SIGUIENTE

Nunca la misma; siempre diferente

Inmarcesible Que no puede marchitarse. Siempre el mismo discurso que no marchita, las mismas palabras cansinas, arrastradas, casi automáticas, sin ser románticas, siempre el mismo augurio, las mismas resignaciones prescritas, los mismos focos sobre la misma mirada de ojos: la nostalgia de poder haber sido otro quien se comiese el marrón. De los tiempos donde una se engañaba a sí misma y el reflejo le decía que no, que no eran buenos tiempos para sentir afecto ni pedir cariño, o la herencia, o la querencia en la que siempre se queda, esa estancia de indiferencia, no hay ventanas, sólo espejos y a caminar a tientas. Siempre es el mismo sermón inmarcesible en sus renglones, jugando en los laterales, recortando los bordes, sin ser extremistas opuestos, siempre conociendo las reglas, los juegos sucios, los trucos, temiendo los ases bajo las mangas, los puñales por la espalda. Siempre es el mismo resultado para quien juega en casa. Sin embargo nunca es la misma persona quien ...