Cielo Roto
Clamo al cielo que deje de llover dentro,
que me ahogo sin saber bien por qué,
que hay grietas por las que entra agua,
que desconozco por qué me asfixio.
Ahogo un sueño por querer seguir aflote.
Me aferro al suelo, por querer que mi energía se agote.
Se abre el cielo y no para de llover.
No fue un día bueno; mis iris vieron nubes y tormento, quise desaparecer.
Cuidé de mis adentros, pero no hacían más que romper
papeles que o bien se mojaban en los charcos,
o bien por el tiempo se dejaban carcomer.
Las perlas lloraban confusas por los desagües.
Sumergía el cuerpo rogando que el daño parase,
e incluso, construí arrecifes por guardar los secretos que me contaste.
Quise dejar escapar el último hálito de aire, y flotar en las profundidades.
Quise arañar el techo por ver luz antes de marcharme,
pero inhalaron mis dudas, y las costras salaron mi sangre.
Me confesé que me quería, pero mi declaración no tuvo respuesta,
me dejé en ascuas, en leído, en tres puntos suspensivos y ni siquiera me escribo,
"quise ser feliz", pero "no puedo".
Encontré un espacio en blanco, sentí el rigor mortis mientras entre la nada bailaba,
sentí en el punto de mira de tus pupilas, y ya no había quién me salvara,
ahora encuentro ansiedad en donde hay muchedumbres
ahora veo calma donde mueren las sirenas
encallo el barco, trago saliva, y miro a la tormenta:
esto no es la mar, es una pesadilla...
Ruegan al cielo que vuelva,
noto espasmos en mi pecho,
claman que abra los ojos y miré de nuevo a aquello de lo que huía.
Y luego noto cómo llueve en mi mejilla,
oigo de lejos la lluvia
oigo los paraguas abiertos bajo el aguacero
oigo sus rezos, sus sueños, sus agobios, sus angustias,
oigo sus pesares de no haberme conocido antes.
Oigo cómo el cielo se rompió, creyendo ser un ángel expulsado.
Oigo un cierre de ceremonia.
Dejo de oír.
que me ahogo sin saber bien por qué,
que hay grietas por las que entra agua,
que desconozco por qué me asfixio.
Ahogo un sueño por querer seguir aflote.
Me aferro al suelo, por querer que mi energía se agote.
Se abre el cielo y no para de llover.
No fue un día bueno; mis iris vieron nubes y tormento, quise desaparecer.
Cuidé de mis adentros, pero no hacían más que romper
papeles que o bien se mojaban en los charcos,
o bien por el tiempo se dejaban carcomer.
Las perlas lloraban confusas por los desagües.
Sumergía el cuerpo rogando que el daño parase,
e incluso, construí arrecifes por guardar los secretos que me contaste.
Quise dejar escapar el último hálito de aire, y flotar en las profundidades.
Quise arañar el techo por ver luz antes de marcharme,
pero inhalaron mis dudas, y las costras salaron mi sangre.
Me confesé que me quería, pero mi declaración no tuvo respuesta,
me dejé en ascuas, en leído, en tres puntos suspensivos y ni siquiera me escribo,
"quise ser feliz", pero "no puedo".
Encontré un espacio en blanco, sentí el rigor mortis mientras entre la nada bailaba,
sentí en el punto de mira de tus pupilas, y ya no había quién me salvara,
ahora encuentro ansiedad en donde hay muchedumbres
ahora veo calma donde mueren las sirenas
encallo el barco, trago saliva, y miro a la tormenta:
esto no es la mar, es una pesadilla...
Ruegan al cielo que vuelva,
noto espasmos en mi pecho,
claman que abra los ojos y miré de nuevo a aquello de lo que huía.
Y luego noto cómo llueve en mi mejilla,
oigo de lejos la lluvia
oigo los paraguas abiertos bajo el aguacero
oigo sus rezos, sus sueños, sus agobios, sus angustias,
oigo sus pesares de no haberme conocido antes.
Oigo cómo el cielo se rompió, creyendo ser un ángel expulsado.
Oigo un cierre de ceremonia.
Dejo de oír.