Muere o mata (I): División
—Si cogiera esa pistola del suelo y te pegase un balazo aquí y ahora,
dejarías de reírte.
—No tienes huevos.— El chico herido estaba tumbado en el suelo. La herida
era lo bastante profunda como para haberse desangrado horas antes pero el
torniquete ha funcionado —por el momento—.
—No me obligues...—la mano temblorosa de la chica delataba sus
intenciones de dejarle vivir o fallar el tiro. «Es mi oportunidad pensó el
malherido».
—Ambos sabemos que no lo harás. No eres capaz...
La chica estaba
a punto de llorar, sin embargo, aguantó esas ganas y agarró con más fuerza la
pistola. Ya no le temblaba la mano. Estaba decidida a dispararle si se movía.
Él reaccionó
bruscamente por culpa de un espasmo que le dio en la pierna.
Se oyó un disparo a lo lejos. El tercer grupo de los que se habían escapado del asilo, se sorprendió.
–¿Habéis oído eso?– preguntó uno de ellos dirigiendo el foco de luz de la linterna al pasillo de donde provenía aquel estruendoso ruido de disparo.
–Ya....ya van dos disparos en toda la noche...– dijo la asustadiza D.
–Calma, calma,– tranquilizó al grupo que, a causa del comentario de la D, se había alarmado– debemos permanecer en silencio o no podremos salir de aquí.
–¿Y qué hacemos, genio?– espetó Zack enfadado.
–¿Buscar al resto?– propuso uno antes de que contestara al que se dirigía Zack.
–¿Dividirnos?– propuso otro.
Zack no podía pensar con tanta presión, pero contestó mosqueado.
–¿¿Dividirnos?? ¿Estamos locos o qué? Suficiente tenemos con que nos hayan separado del resto. No...–dijo más tranquilo ante la atenta mirada de Sam– hemos, hemos de encontrar el conducto de aire o al menos la red de vía del alcantarillado que hay debajo de nosotros.
–Sí.– afirmó Sam– Hemos de ir a la planta baja y buscar el alcantarillado, pero para ello hemos de mantenernos todos juntos y en silencio.
La idea convenció al grupo.
[...]