Adonde se vuela

Cosió sus labios con indiferencia,
retorció sus párpados hasta no quedar gota que llorar.
Y por fin, oteó el horizonte:
sus pupilas se volvieron el abismo que acojonó a Nietzsche.
Hay árboles que no dejan ver el bosque.
Y hay bosques que engullen de un bocado.
Golpeó su pecho en son de resistencia,
y se mantuvo erguida ante la inminente guerra.
Sólo las alas de los pájaros saben hacia dónde se vuela.

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