Quién sabe

Mi boca parecía seca cuando ya parecía ver la luz; parca en palabras siempre se queda la lengua aunque ya no tenga mucho más que decir puesto que ya no hay letras para describir el mejor de los descubrimientos de la historia de la humanidad: el sentido de la vida. Y querer definirlo es como abrir la caja de Pandora, quedarse sin aliento y después morir.

No cabe en ninguna mente presta tal disposición que desde tiempos remotos removemos cielo, aguas y tierra por encontrar con la solución a ese quid. Pero ahora que me encuentro tan cerca de vislumbrar la sentencia final, ese engranaje que haga clic en mi cabeza y deje al descubierto el mundo de las respuestas, ahora… Ahora no entiendo por qué no me sacia saber la verdad de todo este enigma que hacía tanto revuelo en mi cabeza. Mi gozo en un pozo, y ahí se ahogan todas mis aventuras mentales; las horas que pasé en cada diccionario; las enciclopedias del mundo; los Atlas de los grandes historiadores; las bibliotecas de los extensos saberes… Ya nada vale por hacerme sonreír de nuevo como cuando buscaba lo que me hacía sentirme vivo: la razón de existir.
El recorrido hasta llegar aquí era como una contínua caída al abismo, a las lagunas del saber, de la memoria, como un paseo por el laberinto interno del Qué, guiado por las direcciones del Por qué y el Por dónde, pero llegando siempre a callejones sin salida. Pues era vivir la simulación de lo que podría haber sido mi propio yo deambulando perdido, buscando la salida de un sitio que nunca hubiera estado seguro de haberlo conocido. Y aunque siempre se diga que todos los caminos llevan a Roma; luego no sabes por qué has llegado ahí, ni quieres ni puedes salir de allí.

Estando donde estamos, llegados a este punto de distensión del esternocleidomastoideo que hace girar el mundo, yo, a mi larga y pesada edad, que acumula más polvo y pensamiento, y años que arrugas en mis manos, llegados a este cruce de caminos me cuestiono aquello de si, teniendo la llave de las puertas al descanso eterno, si sabiendo cómo se llega a esta cara B, que no tendría sentido sin un punto de inicio y la fuga de la imaginación para trazar camino hacia “próximo destino”... Si sin todo eso como base y conocimiento, valores y cimientos, ¿cómo es que ahora amarga saber la combinación de la felicidad suprema? No entendía bien.
-¿Me troncho del sarcasmo de mi sino o qué hago ahora a pocos minutos de irme a criar malvas?

“Vaya caca”, me permití asentir. Mi cabeza ya disparaba hacia la inmadurez de un niño que no quería crecer como lo soñaba Peter Pan en los cuentos que me contaban. Esos tiempos que me traen nostalgia. Tantos recuerdos en mi funda guardados; en los álbumes fotografiados, y sin embargo, estoy y no estoy feliz. Soy ahora mismo un chiste que el propio Schrödinger podría echarse con sus colegas, riéndose de mí. Pero justo ahora me toca esperar a la cola, a ver si por casualidad el viaje de ida me trae un cupón de promoción para la próxima reencarnación y puedo volver a existir y contarle a quien quisiera escucharme la razón de existir. Quién sabe… Pues cada palabra que contase a aquella persona afortunada que me escuchase tendría que ser analizada con bisturí. E incluso, para esos próximos doctores e investigadores que me escuchasen decir lo que vengo descubriendo desde hace no sé cuánto de tiempo, me mirarían como un virus en su etapa de mayor desarrollo, mental y corporal, pues me vendarían la boca como los anticuerpos del sincitiotrofoblasto por decir verdades casi de Secreto de Estado que Nadie quiere oír o que Algunos no quieren que se escuche. Igual, incluso me practicarían una ablación de la lengua o una lobotomía a la antigua usanza. Pues sería un ser aberrante o contumelioso para el resto de seres. “Quién sabe… igual salía como invitado especial a un programa nocturno de temática en la televisión a esas horas intempestivas. Quién sabe…” U otras sectas igual me dirían que habría firmado un contubernio con el demonio de turno para soltar tal retahíla de sandeces, una tras otra, hiladas. O algunos curiosos, como lo fui en su día yo, cuatro gatos contados escucharían mis chascarrillos como un alcahuete loco perdido y de atar. Y algún loco escribiría mis memorias en un libro de biografías pasadas, presentes y quién sabe si futuras. Pero sería todo un texto zarrapastroso que no entendería ni el mejor de los entendidos.

“Tsk”, chasqueé la lengua y escupí el último esputo (estoy seguro) de mi larga, y ahora casi, fugaz vida. “Sí que tengo la voz seca”, pensé. “Y no tengo a nadie cerca para que se me escuche por última vez”, pensé otra vez. Pero tampoco es que haya que “ser un crack” (como dicen ahora los mozos) para saber que la respuesta a la gran pregunta de cuál es el sentido de esta vida, que unas tildan de peligrosa, según en qué ámbito se haya cultivado, y otras según cómo les vaya el día, más o menos funesta… “El sentido de la vida no es vivir en un mundo del color de rosa, con arco iris e idilios floreciendo a cada paso de jardín utópico que pise tu pie propulsado por tu instinto. No. Tampoco es una respuesta incognoscible, claro.
Desde mi humilde conocimiento, diría que el sentido de la vida es el que cada una de las personas que quieren vivir o persiguen ese sueño de existir, le quiera dar.
Ése es el verdadero sentido. El que tú, buena persona (le sonreí) quieras darle”.
-“Claro que sí, señor”.


Creo que me valió verle sonreír a esa última persona que se quedó a escucharme, aunque no recuerde si la conocí bien o sencillamente estaba allí porque debía estar allí. Pero estuvo esperando conmigo a que pasara el bus que viniese a por mí, porque cuando vimos la luz de los faros acercarse, yo me sentí el hombre más feliz del mundo. Pues tuve de quien despedirme antes de irme y a esta persona le debo mucho; ella lo sabe. Siempre lo tendré en mi memoria. Siempre.



            -¿Qué tal con el anciano de antes?
            -Muy bien. Me abrió los ojos mientras él felizmente los cerraba.
            -¿Te llevo a casa?
            -No, gracias, quiero darme un paseo, que desde el hospital hasta mi casa no tardo nada. Además, quiero pensar y que me dé el aire. Gracias.



Pro-po-siciona... Mirlord
- PROsa
- tema: La exitosa búsqueda del sentido de la vida
- Personaje: ambiguo pero mayor, que encuentre tarde ese sentido "casi cuando el sentido de la vida no tiene sentido por su propia caducidad"
- Estilo: "predominantemente alegre, pero con un giro triste porque ha conseguido sobrevivir toda su vida (ahora es feliz, pero se arrepiente de no haberlo sido antes; pues su vida pronto llegará a su fin)

Y el resto proposicionamos:

• Shiro: parca, luz, aliento

• Æ Schumacher: contubernio, zarrapastroso, alcahuete

• Rafael: sincitiotrofoblasto, troncho y contumelioso

• El Khristos: esputo, caca, esternocleidomastoideo

• Mirlord: incognoscible, nostalgia, reencarnación

• Ratonsín: (continúa para la siguiente)

• RoweRavenclaw: televisión, pozo, bisturí

• Kella: abismo, hospital, arco iris

• Errose: (continúa para la siguiente)

• JC: simulación, Ablación, Roma

• Akasha: (continúa para la siguiente)

• Teima Yolape: (continúa para la siguiente)


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