Ir al contenido principal

Veneno

Soy VENENO
 
Eras mi suplicio, mi veneno
mi trágica caída al abismo, mi perdición sin brújula, ni retorno.
Eras tan tóxica y lo sigues siendo; me matas, me carcomes,
te revuelves, cojo el revólver,
pones la bala, disparo al "entiendo",
me dejas medio muerto entretenido entre las cáscaras cadavéricas de tus desechos
no pienso, me impulsa, el demonio se expulsa, se sale de mí,
hace que sea yo mismo quien responda: de tus dudas surgió mi ingenio,
mi decisión, mi determinación,
mi autodestrucción la transformé en tu peor pesadilla,
hice banda sonora con mis alaridos y a tus dramas ya no hay más que desentrañar, es la despedida.

Grítame, que no te escucho.
Agárrame, que me desenchufo.

No quiero que me sigas, eres tú ahora la presa, cobarde, que huye, que se esconde en los mundos de vómitos arco-iris, cagando purpurina; la realidad no se pinta en las cartulinas.
La realidad te da de lleno: cavas tu tumba sola. Ya sabes lo que pienso.
Pero yo desistí hace tiempo, ya me hacen coros y vitoreos mis lloros,
ya sé lo que es saltar un peldaño, decido,
doy mi veredicto,
no te quiero. No huyo.

La Vencedora se despide de tu mundo.
No pienso, me muevo por mis impulsos.

Disfruto. Respiro el gas del oxígeno: que sea él quien me oxide y no tu rematada gilipollez de niño, de mal crío. Ahora vivo,
ahora cada poro ríe, yo transpiro,
ahora empiezo otra Era, camino decidido y tranquilo.
Dejo ardiendo la 66, y me dirijo hacia lo que yo realmente quiero:
protegerme. Y ahora que vivo, creé mi propio veneno.
Soy yo, encantado,
si me haces daño, reza lo que te enseñaron
soy híbrido, soy tu peor enemigo.

Soy V de Veneno.

ANTERIOR ["Inktober de Poemas: 5 de octubre: Veneno"] SIGUIENTE

L O+ L E Í D O · A Y E R

Maiduti

Se ve luz al final del túnel, se ve, Se ve a Maiduti aclamada por su envés: no la juzgan por su portada, quiere creer. Un nuevo deber en la agenda apuntada. Avanzan los pasos, los logros quedan cerca. Brindemos por los "ligeramente". No saborearemos el oro, pero en bandeja de plata yo se lo pondré. Se ve luz al final del sueño, se ve, del punto y coma duradero, a los tres. El continuará como dolor de barriga: podré decir que lo intenté.  ANTERIOR ["Inktober de Poemas: 4 de octubre: Maiduti"] SIGUIENTE

Buscando.

Me di cuenta tarde. Estaba efectivamente buscándote entre la gente. Tantos datos que me diste de ti y nadie coincide contigo en la calle. Temo siempre por distraerme y encontrarnos sin saber que lo hemos hecho, por eso miro a todos lados, antes de cruzar. Al frente si el semáforo está en rojo. A la muchedumbre si parece inmensa; busco quien destaque de entre la marea. Pero luego me doy cuenta de lo absurdo que todo parece. ¿Se estará dando cuenta alguien de este ridículo que estoy haciendo? Pero si nadie se percata, yo te seguiré buscando.

Hineni

Esa mirada que se esconde entre el cárdigan de tus palpitaciones y los soplos de a quien lanzas corazones es la que me intriga.   Andas siempre sonriente, con unos luceros como la noche observándome ¿qué es lo que pensaron entonces?, me pregunté ¿cuando aterricé sobre esos lunares buscando placer y encontré a dos estrellas fugaces esperando a otro viandante? No lo sé.   Hay satélites ambulantes que buscan dónde resguardarse de una soledad imparable, y buscan ubicarse, orbitando para fijarse en sólo una presencia inapagable como tú.   Pero dudo que estos hilos nos juntasen así que velo por tus sueños, desde tu olvido, y admiro desde otro sitio que esos ojos bonitos, amen a quien amen, encuentren un destinatario fiable. Esto es sólo un mensaje desde un dudoso remitente allá donde te encuentres, si me necesitas aquí estaré.  [ 29 de octubre con: CÁRDIGAN. Aportación de E udyptes] POEMTOBER SIGUIENTE

Nunca la misma; siempre diferente

Inmarcesible Que no puede marchitarse. Siempre el mismo discurso que no marchita, las mismas palabras cansinas, arrastradas, casi automáticas, sin ser románticas, siempre el mismo augurio, las mismas resignaciones prescritas, los mismos focos sobre la misma mirada de ojos: la nostalgia de poder haber sido otro quien se comiese el marrón. De los tiempos donde una se engañaba a sí misma y el reflejo le decía que no, que no eran buenos tiempos para sentir afecto ni pedir cariño, o la herencia, o la querencia en la que siempre se queda, esa estancia de indiferencia, no hay ventanas, sólo espejos y a caminar a tientas. Siempre es el mismo sermón inmarcesible en sus renglones, jugando en los laterales, recortando los bordes, sin ser extremistas opuestos, siempre conociendo las reglas, los juegos sucios, los trucos, temiendo los ases bajo las mangas, los puñales por la espalda. Siempre es el mismo resultado para quien juega en casa. Sin embargo nunca es la misma persona quien ...