Al otro lado

Al otro lado del cristal me encontré con tu mirada; la mía era distante, pero se mantenía inmóvil, como ahora, que te vuelve a ver. Al otro lado fue...

Los carriles de las vías de tren confundieron mis pisadas con las huellas del olvido;
mi memoria se mantuvo intacta, pero borró justo aquella sonrisa que me dedicabas.
Pero, ¿eso...
cuándo fue?


Y continué la balada aunque esta dama ya ni de los pasos se acordaba,
y el baile no lo terminé.
La media vuelta, el sonido de las campanadas,
el hechizo se fue.

Tras el cristal de ese atardecer malva, allá que me quedé,
engatusada de esas palabras que me hicieron creer que el movimiento que creía firme, su tinta se corrió deforme,
y que por aquello que me dio fuerza, ahora me fuerzo en desaprender.

Ahora miro a la calle,
al otro lado del cristal, el mundo
un día gris y obscuro; encapotado, tristón.
Y sin embargo, nostálgico. Mi tiempo preferido de reflexión.
Con rimas entrecortadas por y en cada renglón.

Al otro lado del cristal, vapores
una bandada de gaviotas corren un tupido velo granate a contraluz,
al otro lado...la luz, al otro lado tu cubierta de tul
al otro lado de la acera, esperabas tú.
Pero en el tránsito de la muchedumbre y el estrés atropellado, salir no pude.


Ahora sabrás que te esperaré...
Al otro lado.

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