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Mostrando entradas de septiembre, 2015

Danna Elizabeth (IT)

  ‘Everybody thinks that I’m crazy. The Doctor says it’s schizophrenia...’ ‘But you know you are sane, don´t you?’ ‘I’m not crazy!’ It’s seven in the morning and the sun has already risen.   I’m still lying face down on the soft bed sheets, when she speaks again… ‘Come on, lazybones, get up! ’ But I don´t want to get up; today is going to be as boring as it has always been for twenty years. ‘Jane, am I a prisoner?’ ‘No, you are not. We’ve never been a prisoner, but you feel like living on a prison.’ This is a jail and Jane knows it. This is unbelievable! ‘Why they say I’m insane when I’m not! Why?’ ‘People are free to think so, don’t worry about what they say.’ ‘So, is it normal, Jane? I’m suffering so much… I can’t stand it!’ ‘It is, but don’t worry, Danna. I’ll be always with you. Let me put an end to your fears’. On the 21 st of November Danna Elizabeth McQueen was found, on the mental hospital of Ohio, dead; experts said she committed suicide, but the pol

Muere o mata (I): División

—Si cogiera esa pistola del suelo y te pegase un balazo aquí y ahora, dejarías de reírte. —No tienes huevos.— El chico herido estaba tumbado en el suelo. La herida era lo bastante profunda como para haberse desangrado horas antes pero el torniquete ha funcionado —por el momento—. —No me obligues...—la mano temblorosa de la chica delataba sus intenciones de dejarle vivir o fallar el tiro. «Es mi oportunidad pensó el malherido». —Ambos sabemos que no lo harás. No eres capaz... La chica estaba a punto de llorar, sin embargo, aguantó esas ganas y agarró con más fuerza la pistola. Ya no le temblaba la mano. Estaba decidida a dispararle si se movía. Él reaccionó bruscamente por culpa de un espasmo que le dio en la pierna. Se oyó un disparo a lo lejos. El tercer grupo de los que se habían escapado del asilo, se sorprendió. –¿Habéis oído eso? – preguntó uno de ellos dirigiendo el foco de luz de la linterna al pasillo de donde provenía aquel estruendoso ruido de disparo. –Y

Quiero que me recuerden

Quiero que desde lejos griten mi nombre para así darme la vuelta y verlos quiero que lleguen con anhelo para poder reconfortarme, puedo pedirles que me dejen a solas para poder reencontrarme con los miedos que hacen tintinear mi sueño. Y cuando llegue el momento el reloj dará la hora exacta segundo a segundo, me quedaré sola y dejarme luego bañar por las olas que fluyen por mi cuerpo, y flotando entre nadas nadas hacia la muerte muerte que te calará entero. Ya flotando sobre arena mis ojos se cierran al oír tus párpados al conseguir que se duerman los despojos torturados, Mis tristezas, calladas, mis traumas armados de mentiras inéditas de recuerdos presentes, decoradas con lágrimas y acentuadas por tachones de papel, yazco en un armazón. Quiero que recuerdes mi nombre: El esqueleto perdido que se sumergió en aguas turbias para encontrar la llave de tu corazón. Quiero que me recuerdes: tal y como estoy, tirada en la alfombra sentad

Humanos

   Metió presta algunas de sus cosas en una maleta y comprobó que tenía billete. El autobús salía en una hora escasa y todavía le quedaba comprobar que no faltase nada. Salió con el tiempo justo y en la estación aun tuvo que esperar al autobús unos largos minutos más. Cuando el vehículo llegó, fue la primera en subirse y acomodarse en un asiento de la parte trasera, lejos de los molestos viejos caducos que tosían y parecían ahogarse.    Era una tarde cálida de primavera con mucho sol, que caía con justicia sobre todo aquel que no se protegiese bajo un frondoso árbol o se escondiera en una cafetería con aire acondicionado. El calor quitaba hasta las ganas de comer.    Mientras el autobús se alejaba del límite municipal, pensaba en el programa de su viaje: tenía una catedral gótica que visitar, bibliotecas, iglesias, museos y varias casas históricas. Todo eso sin contar con su particular manía de visitar librerías, cementerios, cafeterías, tiendas de antigüedades y los pueblos de l

XI. Marginada social -mente reconocida

XI. Marginada social (-mente reconocida) . Primaria se me antojaba ya pesada así que, gracias al sistema educativo de aquel pueblecito, con trece -y poco más-, ya pasabas al instituto. “Bueno no exactamente al instituto: primaria hasta los doce años, pre-instituto, es decir, un año entero en un aula preparándote para el instituto, repasando los estudios primarios y haciendo una breve brecha en los temarios secundarios, y, con trece -a punto de catorce-, pasabas al instituto”. T otal que llegaba al punto de acabar mis estudios primarios y empezar la secundaria; la famosa Etapa de cambios , tanto físicos, -corporales- como psicológicos,   - mis maneras de pensar- . Realmente, no noté el Gran cambio puesto que el comportamiento de mis compañeros hacia mí, el trato, el respeto, la ignorancia…el llamado bullying , seguiría ahí presente.      A la desesperada, habiendo cumplido mis catorce, -y ya en el instituto del pueblo-, tuve la maravillosa idea de suicidarme, “quizá yo no