Navío entre nubes
Respiré profundamente y luego eché el aliento. Y, hasta la última molécula de monóxido que salió de mi interior , no volví a inspirar. Había sido un año movidito: la vorágine de acontecimientos que habían sucedido no tenía nada que ver con la que nos esperaba; tampoco con la que fue en tiempos pasados. Pero aquí estábamos como piratas sin bandera, en la Gladius , un trabuco angular, mi bote de experto náufrago, cortando cada ola que osaba intentar abatirme y encabar mi barco como si quisiera Poseidón poner fin a mis ganas de luchar contra el porvenir, con una marimorena como oleaje inquebrantable entre él, el mar, y yo, tenaz. El horizonte se oteaba lejano, recóndito en medio de la peor de las mareas: el paso de los años. Pero me sentía un caminante sobre un mar de nubes y neblinas , agarrado a la barandilla para poder pingarme y tocar la espuma que golpeaba la nave como almádena. Olía a agua de mar. Clara, translúcida por las superficies, y profunda y salada donde se hunden l