Una, Veintiuna. No es un juego.

«Ocho puñaladas no bastan para matarme (...).» Cantaba La Prima;
Pero al sádico que me mató no le bastó ni con una ni con ocho; me dio veintiuna.
Yo tenía 23 años y estudiaba enfermería. Decidí terminar con mi relación y mi chico queda otro día conmigo para conversar.
  
«(...) querías que fuera tuya pero es que no soy de nadie.» 

Al final nadie me tuvo. La conversación convirtió las palabras en desperdicio. Yo ya no pude decir más. Evelyn Dayhana lo contó una vez por mí, porque siendo yo amiga de su madre no pude. #Cuéntalo.

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