Volveré.
Me preguntó si volvería, pero yo le dije que ni siquiera me había ido. Me miró impasible; no dije nada más. Miré al horizonte: el ocaso marcaba la hora de marcharse. Me giré para mirarle por última vez y le deseé que todo fuera bien. Para cuando me quise dar cuenta, ya estaba empezando a llover sobre nosotros. Me aconsejaste que ya era momento de partir. Así que di un beso a la fría lápida que se te dedicó y me fui.