El Saber Escuchar no ocupa lugar.
De cuando en cuando, a veces, por golpe de suerte se te empuja y no pierdes un bus por los pelos de un calvo. Conoces y te encuentras con un pasajero con el que coincidiste hace tiempo y hacéis de la hora y tres cuartos, un suspiro hablado. Ponéis en orden el mundo, empezando por las circunstancias generales del páis, pasando por el fin de semana y de ahí, al tema metereológico que nunca falla. Acabas conociendo a alguien que si llevaras cascos, no te pararías a hablar en la vida (o sí), y simpatizas con aquél que te duplica o triplica la edad, por el mero hecho de (saber) escuchar y hablar.
Y acabas despidiéndole como si le fueras a ver mañana; y al conductor del autocar le agradeces que esperara por no perder una pasajera.
A personas así "hay que mimarlas", o al menos agradecer a las circunstancias que te hayas podido cruzar con ellas.
Al conductor del bus de vuelta y al pasajero del asiento 20, Julio Pascual.
Gracias al primero por esperarme, y al segundo por amainar el viaje.