Hoja caduca
Tengo que volver a resguardarme
de lo que se pueda interpretar cuando satino en el papel
una sonrisa en el margen.
Tengo que aprender a desfogarme
sin que se banalice lo que encarcelo bajo la piel,
la aprensión que acongoja una vez y otra vez.
No sé si algún día aprenderé
en qué me distingo del resto,
igual son sólo corazonadas que no tienen fe.
No me lo tengas muy en cuenta;
a veces, cambiaré.
Mientras no cese la tormenta
con fianza no podré,
pagar lo que debo.
de lo que se pueda interpretar cuando satino en el papel
una sonrisa en el margen.
Tengo que aprender a desfogarme
sin que se banalice lo que encarcelo bajo la piel,
la aprensión que acongoja una vez y otra vez.
No sé si algún día aprenderé
en qué me distingo del resto,
igual son sólo corazonadas que no tienen fe.
No me lo tengas muy en cuenta;
a veces, cambiaré.
Mientras no cese la tormenta
con fianza no podré,
pagar lo que debo.
«(...) empecé a darme cuenta de que se aguantan mucho
mejor las contrariedades grandes que las pequeñas nimiedades de cada
día». Nada. Carmen Laforet, 1944.